FRANCISCO
"¿Pero
nos avergonzamos? Muchos escándalos que no quiero mencionar individualmente,
pero que todos sabemos… ¡sabemos dónde están! Escándalos, algunos que han hecho
pagar mucho dinero. Está bien. Hay que hacerlo así. ¡La vergüenza de la
Iglesia!”.
Tomando
como ejemplo las Escrituras, el Papa dijo que cuando falta esta relación viva
con Dios, la fe termina siendo una cosa externa y vacía.
EXTRACTO
DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente:
Radio Vaticana)
"Esta
cita de la Escritura nos hace pensar en cómo es nuestra relación con Dios, con
la Palabra de Dios: ¿es una relación formal? ¿Es una relación lejana? ¿La
Palabra de Dios entra en nuestro corazón, cambia nuestro corazón, tiene este
poder o no, es una relación formal, todo bien? ¡Pero el corazón está cerrado a
esa Palabra! Y nos lleva a pensar en muchas derrotas de la Iglesia, a tantas
derrotas del Pueblo de Dios, sencillamente porque no escucha al Señor, no busca
al Señor, ¡no se deja encontrar por el Señor! Y después de la tragedia, la
oración, esta: ‘Pero Señor ¿Qué ha pasado? Has hecho de nosotros el desprecio
de nuestros vecinos. El desprecio y la burla de los que nos rodean. Nos has
hecho refrán de los gentiles, nos hacen muecas las naciones”.
"Pero,
¿nos avergonzamos? Muchos escándalos que no quiero mencionar de forma
individual, pero que todos sabemos… ¡sabemos donde están! Escándalos, algunos
que han hecho pagar mucho dinero: ¡Está bien! Se debe hacer así.. ¡La vergüenza
de la Iglesia! ¿Pero nos hemos avergonzado de las derrotas de sacerdotes,
obispos, laicos? La Palabra de Dios en esos escándalos era rara, en esos
hombres y mujeres ¡la Palabra de Dios era rara! ¡No tenían un vínculo con Dios!
Tenían una posición en la Iglesia, una posición de poder, incluso de comodidad.
Pero la Palabra de Dios, ¡no! ‘Pero, yo tengo una medalla!; ‘yo llevo la Cruz’…
¡Igual que estos llevaban el arca! ¡Sin la relación viva con Dios y con la
Palabra de Dios! Me viene a la mente la Palabra de Jesús para los que
provocaban los escándalos… y aquí el escándalo llegó: toda una decadencia del
Pueblo de Dios, hasta la debilidad, la corrupción de los sacerdotes”.
"¡Pobre
gente! ¡Pobre gente! No damos de comer el pan de la vida; no damos de comer, en
esos casos, ¡la verdad! Damos de comer pasto envenenado, muchas veces.
‘Despierta, ¡por qué duermes Señor!’. Qué esta sea nuestra oración!
¡Despierta!¡No nos rechaces para siempre! ¿Por qué escondes tu rostro? ¿por qué
olvidas nuestra miseria y opresión?’ Pidamos al Señor no olvidarnos nunca de la
Palabra de Dios, que está viva, que entre en nuestro corazón y que no olvidemos
nunca al santo pueblo fiel de Dios, ¡que nos pide pasto fuerte!”.
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