21/08/2016 11:46
(RV).-
El “camino de la salvación” fue el tema central sobre el que Papa
Francisco reflexionó a la hora del Ángelus durante el tercer domingo de agosto.
El Santo Padre recordó el pasaje del Evangelio de Lucas donde una persona le
pregunta a Jesús si es verdad el hecho de que “pocos se salvarán”, a lo que Él
contestó “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que
muchos querrán entrar y no lo conseguirán” (Lc 13, 24). Papa Francisco explicó
a los fieles que esa imagen de la “puerta” es una metáfora en
la que Jesús mismo es la “puerta” que nos conduce “a la comunión con el
Padre”. Y donde no importa el número de personas que se salvarán, sino que
importa que se sepa cuál es “el camino que lleva a la salvación”, y será allí
donde se encontrará “el amor y la protección”…
(MZ-RV)
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO ANTES DE
REZAR EL ÁNGELUS
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
La hodierna página evangélica nos
sugiere meditar sobre el tema de la salvación. El evangelista Lucas narra que
Jesús está de viaje hacia Jerusalén y durante el recorrido se le acerca uno que
le presenta esta pregunta: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»
(Lc 13,23). Jesús no da una respuesta directa, sino coloca el debate a otro
nivel, con un lenguaje sugestivo, que al inicio tal vez los discípulos non
entienden: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo
conseguirán» (v. 24). Con la imagen de la puerta, Él quiere hacer entender a
sus espectadores que no es cuestión de número – cuantos se salvaran –, no
importa saber cuántos, sino es importante que todos sepan cuál es el camino que
conduce a la salvación: la puerta.
Este
recorrido, este camino prevé que se atraviese una puerta. Pero, ¿Dónde está la
puerta? ¿Cómo es la puerta? ¿Quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta (Cfr.
Jn 10,9): lo dice Él. “Yo soy la puerta”, en el Evangelio de Juan; Él nos
conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y
protección. Pero, ¿Por qué esta puerta es estrecha, se puede preguntar? ¿Por
qué dice que es estrecha? Es una puerta estrecha no porque sea opresiva, no;
sino porque nos exige restringir y contener nuestro orgullo y nuestro temor,
para abrirnos con el corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos
pecadores, necesitados de su perdón. Por esto es estrecha: para contener
nuestro orgullo, que nos hincha. ¡La puerta de la misericordia de Dios es
estrecha pero siempre abierta de par en par para todos! Dios no tiene
preferencias, sino recibe siempre a todos, sin distinción. Una puerta, es
decir, estrecha para restringir nuestro orgullo y nuestra temor, abierta de par
en par para que Dios nos reciba sin distinción. Y la salvación que Él nos dona
es un flujo incesante de misericordia: un flujo incesante de misericordia, que
derriba toda barrera y abre sorprendentes perspectivas de luz y de paz. La
puerta estrecha pero siempre abierta: no olviden esto. Puerta estrecha, pero
siempre abierta de par en par.
Jesús
hoy nos dirige, una vez más, una urgente invitación a ir con Él, a atravesar la
puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera a cada uno de
nosotros, cualquier pecado hayamos cometido, cualquier, para abrazarnos, para
ofrecernos su perdón. Solo Él puede transformar nuestro corazón, solo Él puede
dar sentido pleno a nuestra existencia, donándonos la alegría verdadera.
Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del Evangelio, nosotros
podremos salir de las actitudes mundanas, de los malos hábitos, de los egoísmos
y de las cerrazones. Cuando hay contacto con el amor y la misericordia de Dios,
hay auténtico cambio. Y nuestra vida es iluminada por la luz del Espíritu
Santo: ¡una luz inextinguible!
Quisiera
hacerles una propuesta. Pensemos ahora, en silencio, un momento, en las cosas
que tengo dentro de mí y que me impiden travesar la puerta: mi orgullo, mi
soberbia, mis pecados. Y luego, pensemos en la puerta, aquella abierta por la
misericordia de Dios que de la otra parte nos espera para dar el perdón. Un
momento, en silencio, pensemos en estas dos puertas.
El
Señor nos ofrece tantas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta
de la salvación. Esta puerta es una ocasión que no se debe desperdiciar: no
debemos hacer discursos académicos sobre la salvación, como aquel que se había
dirigido a Jesús, sino debemos aprovechar las ocasiones de la salvación. Porque
a cierto momento «el dueño de casa se levantará y cerrará aquella puerta» (v.
25), como nos lo ha recordado el Evangelio. Pero si Dios es bueno y nos ama,
¿Por qué cierra la puerta, cerrará la puerta a cierto momento? Porque nuestra
vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo
a alcanzar es importante: la salvación eterna.
A
la Virgen María, Puerta del Cielo, pidámosle que nos ayude a aprovechar las
ocasiones que el Señor nos ofrece para atravesar la puerta de la de y entrar
así en un largo camino: es el camino de la salvación capaz de acoger a todos
aquellos que se dejan involucrar por el amor. Es el amor que salva, el amor que
ya en la tierra es fuente de bienaventuranza de cuantos, en la benignidad, en
la paciencia y en la justicia, se olvidan de sí mismos y se donan a los demás,
especialmente a los más débiles.
(Traducción
del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)
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