¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

domingo, 14 de agosto de 2016

“EL FUEGO DE JESÚS NOS AYUDA A SUPERAR LOS MUROS Y LAS BARRERAS DE HOY”, PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO ANTES DE REZAR EL ÁNGELUS DOMINICAL

 El Papa Francisco con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus del segundo domingo de agosto. - AFP
14/08/2016 12:10
 (RV).- “Estamos llamados a convertirnos siempre más en una comunidad de personas guiadas y transformadas por el Espíritu Santo, llenas de comprensión, con el corazón abierto y el rostro gozoso”, lo dijo el Papa Francisco a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro para rezar la oración mariana del Ángelus del segundo domingo de agosto.

PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO ANTES DE REZAR EL ÁNGELUS DOMINICAL

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (Lc 12,49-53) forma parte de las enseñanzas de Jesús dirigidas a sus discípulos a lo largo del camino hacia Jerusalén, donde le espera la muerte de cruz. Para indicar el objetivo de su misión, Él se sirve de tres imágenes: el fuego, el bautismo y la división. Hoy deseo hablar de la primera imagen: el fuego.

Jesús lo expresa con estas palabras: «Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! » (v.49). El fuego del cual habla Jesús es el fuego del Espíritu Santo, presencia viva y operante en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Este – el fuego – es una fuerza creadora que purifica y renueva, incendia toda humana miseria, todo egoísmo, todo pecado, nos transforma desde adentro, nos regenera y nos hace capaces de amar. Jesús desea que el Espíritu Santo arda como fuego en nuestro corazón, porque es sólo partiendo del corazón que el incendio del amor divino podrá desarrollarse y hacer progresar el Reino de Dios. No parte de la cabeza, parte del corazón. Y por esto Jesús quiere que el fuego entre en nuestro corazón. Si nos abrimos completamente a la acción de este fuego que es el Espíritu Santo, Él nos donará la audacia y el fervor para anunciar a todos a Jesús y su consolador mensaje de misericordia y de salvación, navegando en alto mar, sin miedo. Pero el fuego comienza en el corazón.

En el cumplimiento de su misión en el mundo, la Iglesia – es decir, todos nosotros Iglesia – tiene necesidad de la ayuda del Espíritu Santo para no detenerse ante el miedo, para no habituarse a caminar dentro de los confines seguros. Estas dos actitudes llevan a la Iglesia a ser una Iglesia funcional, que no arriesga jamás. En cambio, la valentía apostólica que el Espíritu Santo enciende en nosotros como un fuego nos ayuda a superar los muros y las barreras, nos hace creativos y nos impulsa a ponernos en movimiento para caminar incluso por vías inexploradas o incomodas, ofreciendo esperanza a cuantos encontramos. Con este fuego del Espíritu Santo estamos llamados a convertirnos siempre más en una comunidad de personas guiadas y transformadas, llenas de comprensión, personas con el corazón abierto y el rostro gozoso. Hoy más que nunca se necesita de sacerdotes, de consagrados y de fieles laicos, con la mirada atenta del apóstol, para conmoverse y detenerse ante las dificultades y la pobreza material y espiritual, caracterizando así el camino de la evangelización y de la misión con el ritmo restaurador de la proximidad. Es justamente el fuego del Espíritu Santo el que nos lleva a hacernos “prójimos” de los demás: de las personas que sufren, de los necesitados; de tantas miserias humanas, de tantos problemas; de los refugiados, de los prófugos, de aquellos que sufren. Este fuego que viene del corazón. Fuego.

En este momento, pienso también con admiración sobre todo a los numerosos sacerdotes, religiosos y fieles laicos que, en todo el mundo, se dedican al anuncio del Evangelio con gran amor y fidelidad, e incluso a costo de sus vidas. Su ejemplar testimonio nos recuerda que la Iglesia no tiene necesidad de burócratas y de diligentes funcionarios, sino de misioneros apasionados, devorados por el ardor de llevar a todos la consoladora palabra de Jesús y su gracia. Este es el fuego del Espíritu Santo. Si la Iglesia no recibe este fuego o no lo deja entrar en sí, se hace una Iglesia fría o solamente tibia, incapaz de dar vida, porque está constituida por cristianos fríos y tibios. Nos hará bien, hoy, tomar cinco minutos y preguntarnos: ¿Cómo es mi corazón? ¿Es frío? ¿Es tibio? ¿Es capaz de recibir este fuego? Tomemos cinco minutos para esto. Nos hará bien a todos.

Y pidamos a la Virgen María de orar con nosotros y por nosotros al Padre celeste, para que infunda sobre todos los creyentes el Espíritu Santo, fuego divino que enciende los corazones y nos ayuda a ser solidarios con las alegrías y los sufrimientos de nuestros hermanos. Nos sostenga en nuestro camino el ejemplo de San Maximiliano Kolbe, mártir de la caridad, de quien hoy celebramos la fiesta: él nos enseñe a vivir el fuego del amor por Dios y por el prójimo.
(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)

«BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARÁN LA MISERICORDIA»

Después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco hizo resonar el lema, que él mismo había elegido para la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia, alentando en especial a los jóvenes, en el marco del Jubileo extraordinario que invita a la misericordia.

Saludando cordialmente a los numerosos fieles romanos y de tantas partes del mundo que acudieron, un domingo más a la Plaza de San Pedro, para rezar con el Papa, el Obispo de Roma saludó también a los voluntarios del proyecto ‘Postales en bicicleta’, impulsado por asociaciones italianas que se dedican asostener a niños y a jóvenes con enfermedades incurables y a sus familiares.  

«Queridos hermanos y hermanas
¡saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos presentes!
También hoy tengo la alegría de saludar a algunos grupos de jóvenes: ante todo a los scouts provenientes de París. Así como a los jóvenes llegados a Roma, en peregrinación a pie o en bicicleta desde Bisuschio, Treviso, Solarolo, Macherio, Sovico, Vall’Alta di Bergamo y a los seminaristas del Seminario menor de Bergamo.
Les repito, también a ustedes, las palabras que han sido el tema del gran encuentro de Cracovia: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia» ¡Esfuércense en perdonar siempre y tengan un corazón compasivo!
Saludo también a las Asociaciones del proyecto  ‘Postales en bicicleta’.
Les deseo a todos un buen domingo y buen almuerzo. Y, por favor no se olviden de rezar por mí».
(CdM - RV)


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