Discurso del Papa Francisco a los participantes en
la 15° Escuela de verano de Astronomía organizado por el Observatorio Vaticano.
- AFP
11/06/2016 11:37
(RV).- “Estamos
unidos por el deseo de descubrir la verdad de cómo actúa este maravilloso
universo, acercándonos siempre más a su Creador”, lo dijo el Papa Francisco
a los participantes en la 15° Escuela de verano de Astronomía organizado por el
Observatorio Vaticano, a quienes recibió en audiencia el segundo sábado de
junio.
TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO DEL PAPA FRANCIsco
¡Queridos amigos!
Estoy contento de recibirlos a ustedes, profesores
y alumnos del Curso de verano organizado por los Padres jesuitas del
Observatorio Vaticano. La cualificada participación de personas provenientes de
diversos países y de diferentes culturas es un signo de cómo la diversidad
puede enriquecer también el trabajo de investigación en ámbito científico.
Agradezco al padre Paul Mueller, Vice Director del Observatorio, como también a
los profesores que están disponibles para acompañarlos a ustedes, jóvenes
astrónomos, en la compleja y maravillosa actividad de indagar el universo, don
incomparable del Creador. Mi reconocimiento va también a cuantos, con su
generosidad, han contribuido a hacer posible esta escuela internacional.
El Papa León XIII fundó el Observatorio Vaticano en
1891, exactamente hace 125 años, también para confirmar cuánto la Iglesia fuera
amiga de la «verdadera y sólida ciencia, sea humana que divina» (Motu propio Ut
mysticam, 14 marzo 1891). En todos estos años, ésta Institución científica
se ha esforzado por realizar las finalidades por las cuales ha sido querida,
avalándose de nuevos instrumentos, como también del diálogo y de la
confrontación con los demás centros de investigación.
El hecho de que se han reunido para ésta escuela de
verano muestra que el deseo de comprender el universo, creado por Dios, y
nuestro lugar en él, es común a hombres y mujeres que viven en contextos
culturales y religiosos diferentes. Todos nosotros vivimos bajo el mismo cielo;
y todos somos movidos por la belleza que se revela en el cosmos y se refleja
también en nuestros estudios sobre los cuerpos y las sustancias celestes.
Estamos así unidos por el deseo de descubrir la verdad de cómo actúa este
maravilloso universo, acercándonos siempre más a su Creador.
Por esto, es verdaderamente bueno y providencial
que ésta décimo quinta escuela de verano se ocupe del estudio del agua en el
sistema solar y más allá. Todos sabemos cuánto sea esencial el agua aquí en la
tierra: para la vida, para nosotros los seres humanos, para el trabajo… Desde
los pequeños copos de nieve a las grandes cascadas, desde los lagos y los ríos
a los inmensos océanos, el agua nos fascina con su potencia y al mismo tiempo
con su humildad. Las grandes civilizaciones tuvieron inicio a lo largo de los
ríos, y también hoy el acceso al agua pura es un problema de justicia para el
género humano, ricos y pobres.
Queridos hermanos y hermanas, el trabajo del
científico requiere gran empeño, que puede ser extenso y fatigoso. Todavía esto
puede y debería ser una fuente de alegría. Les deseo saber cultivar en ustedes
esta alegría, que anima su trabajo científico, y que es la razón por el cual no
pueden dejar de lado el compartirla con sus amigos, sus familias, sus naciones,
como también con la comunidad internacional de los científicos con los cuales
trabajan. Les deseo experimentar siempre la alegría de la investigación y del
compartir los frutos, con humildad y fraternidad. Con este deseo, invoco sobre
ustedes y sobre su actividad la bendición del Señor. Y les pido por favor de
rezar por mí.
(Traducción del italiano,
Renato Martinez – Radio Vaticano)
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