04/05/2016 13:10
(RV).- En sus palabras de aliento y bienvenida a
numerosos peregrinos de tantas partes del mundo, en la audiencia general del
miércoles de la sexta semana de Pascua y la primera del mes mariano de mayo,
del Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco hizo hincapié en que estar
en las manos de la Virgen María es estar «en buenas manos» y en que «Jesús
es el único verdadero Pastor, que nos da vida en abundancia»:
«Él nos acompaña, camina con nosotros. Escuchemos
su Palabra con mente y corazón abiertos, para alimentar nuestra fe, iluminar
nuestra conciencia y seguir las enseñanzas del Evangelio.
Jesús nunca nos deja solos. Ésa es la expresión
fundamental de su misericordia. Que la presencia del Señor en sus vidas los
haga cada vez más alegres misioneros del amor de Cristo.»
Reiterando su invitación a desarrollar cada vez más
el impulso misionero, que mueve a salir al encuentro de los demás, para
manifestar a todos la misericordia de Dios, el Obispo de Roma deseó a
todos que su peregrinación jubilar sea rica de copiosos frutos espirituales.
Y que, cruzando con fe la Puerta Santa, obtengan la indulgencia también
para sus seres queridos que han fallecido.
En el mes de mayo, el mes dedicado a la
Madre de Dios, dirigiéndose a los peregrinos de Polonia, el Sucesor de
Pedro recordó la celebración de la Virgen Reina de esta nación, su admirable
ayuda, amparo e intercesión por la paz y la libertad de fe. Y se unió la
oración de los polacos, junto con su bendición:
«Saludo
cordialmente a los peregrinos polacos. Ayer, en su país han celebrado a la
Bienaventurada Virgen María, Reina de Polonia. La colecta de la
Santa Misa de esta Solemnidad nos recuerda que Dios ha dado a su nación, en
María Virgen, una admirable ayuda y protección, con el fin de que, gracias a su
intercesión, la fe gozara de libertad continua y que su patria se desarrollara
en la paz. Uniéndome a esta oración, bendigo de corazón a Polonia y a cada uno
de ustedes».
Y no podía faltar la devoción a la Virgen María en
su cordial bienvenida a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:
«Queridos jóvenes, cultiven la devoción a la Madre
de Dios con el rezo cotidiano del Rosario;
queridos enfermos, sientan la cercanía de María de Nazaret, en especial en la
hora de cruz; y ustedes, queridos recién casados, récenle para que nunca falte
en su hogar el amor y el respeto recíproco».
(CdM – RV)
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