¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

sábado, 16 de abril de 2016

ORAR CON EL SALMO 23

El Señor es mi Pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

El Salmo 23 es uno de los más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto por la tradición judía como por la cristiana. También es uno de los más usados en el arte. Basta recordar las numerosas pinturas de las catacumbas. En ellas se suele representar a Jesús como un joven sin barba, de pie, con vestido corto y zurrón, con una oveja sobre sus hombros y la cabeza suavemente apoyada sobre la oveja.

En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en distintas fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos, matrimonios, funerales, etc).
Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.

El Salmo desarrolla dos imágenes distintas:

en la primera parte, la del Pastor que cuida de sus ovejas (versículos 1-4) y en la segunda, la del Señor de la casa que acoge a un huésped (versículos 5-6).
Sin embargo, nos solemos fijar principalmente en la primera y, normalmente, es conocido como el Salmo del Buen Pastor.
La primera parte está escrita en tercera persona del singular (el Señor es mi Pastor, me hace reposar, me conduce, repara, me guía, hace honor), mientras que la segunda está escrita en segunda persona del singular (tú me preparas, perfumas, tu amor y tu bondad me acompañan).
El último versículo está en primera persona del singular (yo habitaré).
El verso central (Tú estás conmigo) es el punto de unión entre las dos partes, ya que pertenece al primer bloque, pero está en segunda persona, como el segundo.
Los símbolos que desarrolla son universales: el camino, el agua, la oscuridad de la noche, el banquete, los perfumes... y pueden interpelar por igual a los hombres de antiguas culturas rurales como a los de las modernas civilizaciones urbanas.
De todas formas, como mucha gente está poco acostumbrada a la poesía, haremos una traducción del salmo en prosa, antes de continuar.

«En medio del desierto hay un oasis con una gran fuente de agua.
Fuera, la arena abrasa, pero a la sombra de las palmeras crece la hierba. Las ovejas comen alimento tierno, beben agua en abundancia y sestean al fresco.
Más tarde se ponen en camino por las sendas que el pastor conoce bien, porque las ha recorrido muchas veces. Así, hace honor a su nombre de pastor. Tienen que atravesar un desfiladero entre las montañas y se hace de noche. Las ovejas avanzan seguras, porque pueden escuchar el sonido del bastón del pastor, que golpea rítmicamente el suelo al andar. Si una de ellas se desvía, el pastor acude solícito en su búsqueda, y con unos toques del cayado sobre los lomos, la devuelve al camino justo.
Si acuden lobos u otras alimañas para atacar el ganado, el pastor defiende su rebaño a bastonazos.

Por el mismo desierto, una persona intenta huir de sus enemigos, sin ninguna posibilidad de sobrevivir. De repente, divisa a lo lejos el campamento de unos beduinos. Lo alcanza y, poco tiempo después, llegan también sus perseguidores. No pueden hacerle nada, porque la ley de la hospitalidad considera sagradas a las personas acogidas bajo una tienda. El jefe del campamento, no sólo le acoge en la suya, sino que, además, le ofrece agua abundante para calmar su sed, le prepara un banquete para que tome fuerzas y le unge con aceites perfumados para sanar las quemaduras del sol y refrescarle. Estas imágenes sirven para hablar de nuestra relación con Dios: Nos guía, nos protege, nos alimenta... Si ya en esta vida podemos hacer unas experiencias tan fuertes del amor de Dios, el orante confía en que su salvación no tendrá fin, y podrá habitar en la Casa de Dios por toda la eternidad». Analicemos, ahora, cada una de las palabras del salmo.

«El Señor es mi Pastor».

El primer verso ya nos dice que hay que leer todo el poema como una imagen para hablar de la relación entre el orante y Dios. El título de «pastor» para nombrar a los reyes y guías del pueblo es habitual en el Oriente antiguo, así como en Grecia y en otros pueblos. La Biblia lo utiliza varias veces para hablar de Dios, tanto en los libros históricos como en los proféticos, en los poéticos y en los sapienciales (Génesis 49, 24; Isaías 40, 11; Salmo 80, 2; Eclesiástico 18, 13; etc.). Dios mismo, en el capítulo 34 del profeta Ezequiel, se compara a sí mismo con un Pastor que quiere cuidar, proteger y alimentar a sus fieles. Como los jefes del Pueblo han sido malos pastores, porque han utilizado a las ovejas en su propio provecho, Dios se ocupará personalmente de cada una, cubriendo todas sus necesidades:

«Vosotros os bebéis su leche, os vestís con su lana, matáis las ovejas gordas, pero no apacentáis el rebaño, ni robustecéis a las flacas, ni vendáis a las heridas, ni buscáis las perdidas... Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré... Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada, vendaré a la herida, robusteceré a la flaca, cuidaré a la gorda. Las apacentaré como se debe».

Son imágenes tiernas, que nos hablan de un amor personal de Dios por su rebaño, que no nos trata a todos por igual, sino que sale a nuestro encuentro, respondiendo a las necesidades y esperanzas concretas de cada uno.
En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas.
No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. Hoy los beduinos siguen haciendo lo mismo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. La parábola que Natán cuenta a David en el segundo libro de Samuel, capítulo 12, nos puede ayudar a comprender lo que estamos diciendo:

«Había en una ciudad dos hombres, uno rico y otro pobre.
El rico tenía muchas ovejas y vacas. El pobre no tenía más que una corderilla que había comprado. La había criado y había crecido con él y con sus hijos, comía de su bocado, bebía de su vaso, dormía en su regazo...».

El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza, de tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida.

«Nada me falta».

Tanto en Israel como en todo el Medio Oriente no abundan ni el agua ni los pastos. Pasar hambre y sed es una experiencia ordinaria cuando se atraviesan los amplios espacios desérticos. Quien ve los rebaños de los beduinos se extraña de lo extremadamente flacos que están los animales. En este contexto se comprende lo grande que es poder hablar de abundancia, afirmar que no se carece de nada. Ciertamente, como escribió Santa Teresa de Jesús,

«Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta».

«En prados de hierba fresca me hace reposar».

Conseguir hierba en el desierto es ya suficiente para sobrevivir, pero si, además, la hierba es fresca, el hallazgo se convierte en una fiesta. Después de un camino árido y polvoriento, la sola vista de un prado invita al descanso. Las ovejas pueden reposar después de haber comido, en las horas en que el excesivo calor no permite desplazarse:

«Dime dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas sestear al mediodía» (Cantar de los Cantares 1, 7).

«Me conduce junto a fuentes tranquilas».

El agua no sólo quita la sed, también limpia del polvo del camino y refresca. El mismo sonido de la fuente relaja y hace olvidar las fatigas. Pero las fuentes son los lugares más peligrosos para los rebaños. Tanto los lobos como los salteadores saben que allí terminan acudiendo a beber y se esconden esperando a sus presas. El salmo subraya que las fuentes a las que nos conduce nuestro pastor son «tranquilas», seguras. La Sagrada Escritura usa muchas veces el símbolo de la sed para hablar del deseo de Dios y del agua para hablar del don del Espíritu Santo.

«Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios...» (Salmo 42, 2-3).

«Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi Espíritu...» (Ezequiel 36, 25ss).

«Y repara mis fuerzas».

Después del cansancio del camino, el alimento, la bebida y el descanso nos hacen tomar fuerzas para poder seguir caminando. Literalmente dice: «repara mi aliento», mi alma, entendido como mi vigor y mi vida también. En algunas ocasiones nos sentimos agotados y nos parece que ya no podemos más. Es el momento de escuchar las palabras del Salmo 27:

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
El Señor es mi fuerza y mi energía, ¿quién me hará temblar?
Aunque los malvados se levanten contra mí...
Él me recogerá en su tienda...
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, Él me acogerá».

«Me guía por el camino justo».

La experiencia de caminar acompaña a todo hombre. Nos desplazamos de un sitio a otro y toda nuestra vida es un camino. A veces equivocamos la senda, porque, como nos recuerda Antonio Machado: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar». El pastor adapta su paso a la necesidad de las ovejas, va en busca de un lugar bueno para ellas.
Para los hombres, decir esto es confesar que el Señor nos guía por el camino justo, el único bueno, aunque no lo entendamos inmediatamente. Él nos lleva al mejor lugar, que nosotros solos no podríamos encontrar: las fuentes tranquilas, el agua que produce paz y calma la sed más profunda del que la bebe:

«Te guiaré por el camino de la sabiduría, te conduciré por sendas justas» (Proverbios 4, 11).
«Peregrino soy en esta tierra, no me ocultes tus mandatos... Enséñame, Señor, tu camino para que lo siga». (Salmo 119, 19. 33).

«Haciendo honor a su Nombre».

El pastor que cumple bien su trabajo, que cuida de su rebaño, lo alimenta, lo protege y lo guía por los caminos acertados, hace honor a su nombre.

«El asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye; y el lobo hace presa de ellas. Se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y cada una de ellas es importante para mí» (Juan 10, 12ss).

«Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré».

El pastor nos da tanta seguridad, que hasta podríamos atravesar con él el valle tenebroso. La oscuridad del valle da miedo por los peligros que puede esconder, porque no se ve el camino, por la semejanza entre las tinieblas y la muerte. Este salmo, para decir «tinieblas», utiliza una palabra rara, que no se usa casi nunca: «salmawet» y que podríamos traducir por «oscuro como la muerte».
En hebreo, «mawet» significa «muerte». La muerte es evocada para el lector por la oscuridad del valle y por la palabra con la que se habla de esta oscuridad. De hecho, la Biblia griega traduce «aún si camino por el valle de la muerte, no temo, porque Tú me acompañas».
Una imagen de gran fuerza para recordarnos nuestra condición de mortales en un contexto de gran dulzura (grandezas de la poesía).

«Porque Tú estás conmigo».

Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso.
La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que «Tú estás conmigo». Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante.

«Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra » (Salmo 73, 25).
«Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?» (Salmo 118, 6).

«Tu vara y tu cayado me dan seguridad».

Palestina es una tierra cálida. Los viajes con el ganado se hacen temprano, antes de que caliente el sol, o al atardecer, cuando se oculta. Las ovejas no tienen miedo de extraviarse en la oscuridad, porque se siguen unas a otras y, a lo largo del camino, oyen el sonido de la vara del pastor que camina con ellas. El cayado, arma con la que defender a las ovejas de las alimañas, es al mismo tiempo el signo tierno de la presencia del pastor junto al rebaño, que toca con su punta los lomos de la que se desvía para reconducirla al redil y, con el ruido que hace al apoyarlo en el suelo, guía su caminar. Con el sonido del bastón de Dios en nuestras vidas, no tenemos miedo ni de la muerte. La imagen hace también referencia al bastón de mando, al cetro de Dios, con el que gobierna todas las cosas para el bien de su pueblo.
El salmo siguiente, el 24, habla del Señor «Rey de la gloria», y comienza así: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y todos sus habitantes». El mismo David era rey y pastor. La referencia al cayado de pastor y al bastón de mando es riquísima de evocaciones:
Dios salvador, liberador, guía del pueblo, en relación con la salida de Egipto y la Monarquía.
La sensación de seguridad y de protección prosigue con la segunda imagen del salmo: la del señor que acoge un huésped en su casa.

«Me preparas un banquete frente a mis enemigos».

La palabra usada en hebreo significa «desenrollar», con el sentido de extender unas pieles de cabra a la puerta de la tienda, para colocar sobre ellas la comida. Podemos reconstruir la escena: un hombre huye de sus enemigos por el desierto. Casi imposible salvarse. Improvisadamente, encuentra un beduino que lo acoge en su tienda. La ley de la hospitalidad era sagrada para los semitas. Cuando alguien es acogido, invitado a comer, se convierte en intocable. Los enemigos no se pueden acercar a él.

«El Señor hace justicia al huérfano, a la viuda y ama al emigrante suministrándole pan y vestido. Amad vosotros también al emigrante, ya que emigrantes fuisteis...» (Deuteronomio 10, 18-19).

Abrahán recibió la promesa definitiva cuando acogió en su casa a unos peregrinos que resultaron ser enviados de Dios (Génesis 18).
«No olvidéis la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, a ángeles» (Hebreos 13, 2).
Lot prefiere entregar a sus dos hijas antes que a unos desconocidos acogidos en su casa (Génesis 19).

«Perfumas con ungüento mi cabeza».

El ungir a un huésped era la mayor manifestación de veneración que se podía tener con él. El aceite enriquecido de esencias perfumadas da frescor, suaviza la piel. Es éste un gesto de extremo afecto y consideración para el que llega cansado por el calor del desierto y las penalidades de la huida.

«¡Qué hermoso es que los hermanos vivan unidos! Es como ungüento perfumado derramado en la cabeza.» (Salmo 133 1-2).

 Una mujer de Betania tendrá este gesto con Jesús y él lo agradecerá a pesar de la incomprensión de los discípulos, llegando a afirmar que esa mujer sería recordada en todos los lugares donde se predique el Evangelio (Mateo 26, 6ss).

«Y mi copa rebosa».

La copa que rebosa es, igualmente, signo de la generosidad con que el huésped es acogido. No recibe sólo lo necesario. Hay algo de superfluo, de añadido, de generosidad total, en los actos de Dios. Recordemos, por ejemplo, la narración de la creación. Dios no hace sólo lo necesario, sino que, además, entrega al hombre ríos con agua abundante, con oro fino, con piedras preciosas y perfumes (Génesis 2, 10ss). Lo mismo sucede cuando los israelitas salen de Egipto. Dios no sólo les da la libertad. Les enriquece también con los bienes y el oro de los egipcios (Éxodo 12, 36).

«Tu amor y tu bondad me acompañan».

Ésta es la imagen más extraña para los occidentales. Es como si el beduino que me ha acogido en su tienda y me ha defendido de mis enemigos, me pusiera ahora dos guardaespaldas que me acompañen de regreso a mi casa. Aquí, los dos acompañantes son una personificación del Amor y la Bondad de Dios, última referencia del salmo. Aunque a nosotros pueda resultarnos rara la personificación de cualidades divinas, en la Biblia es bastante común:

«La Salvación está cerca de los que le honran y la Justicia habitará en nuestra tierra. El Amor y la Fidelidad se encuentran, la Justicia y la Paz se besan... La Justicia marchará delante de él y la Rectitud seguirá sus pasos» (Salmo 85, 10ss).

«Todos los días de mi vida».

No hablamos de un acompañamiento pasajero, sino de la certeza de una protección continua, como si se respondiera a la petición con que concluye el salmo 28: «Salva a tu pueblo, bendice tu heredad, apaciéntanos y guíanos por siempre».

Las dos partes del salmo (el pastor que cuida de las ovejas y el señor de la casa que acoge un huésped bajo su techo) comienzan con una situación de descanso y terminan con los protagonistas en actitud de caminar. Las ovejas comen, beben y sestean en el oasis.
Después emprenden la marcha, guiadas por el pastor. El que huía del desierto encuentra la salvación en la tienda del beduino. Allí sacia su hambre y su sed, se perfuma y, posteriormente, emprende la marcha custodiado por dos escoltas.
Las dos partes del salmo parecen insinuar que nuestra vida es un continuo andar de la mano del Señor. Cuando lo necesitamos, Él nos ofrece momentos de descanso para restaurar nuestras fuerzas.
Cuando nos hemos recuperado, hay que volver a caminar. Como los discípulos que acompañaron a Jesús en el Tabor: Después de la Transfiguración tuvieron que regresar al valle.
El Salmo 122, como los otros llamados «salmos de ascensión a Jerusalén», nos recuerda que siempre somos peregrinos: «¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!».

El libro del Éxodo, que nos narra el camino de Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida, se convierte en imagen de nuestra vida: El Señor nos guía y nos acompaña, nos instruye y nos corrige todas las jornadas de nuestra existencia, hasta el día en que entremos en el descanso definitivo. El salmo 95 insiste en esta idea, invitándonos a aprender de los errores cometidos por los israelitas en su caminar por el desierto, para no repetirlos:
«Ojalá escuchéis hoy su voz. No endurezcáis vuestro corazón... como en el desierto, cuando me tentaron vuestros antepasados... Son un pueblo que no conoce mis caminos, por eso juré airado que no entrarían en mi descanso».

El Antiguo y en Nuevo Testamento son un testimonio continuo de las ansias que arden en nuestros corazones de alcanzar la patria verdadera, la definitiva:

«Si Josué les hubiera proporcionado un descanso definitivo, David no hablaría de un posterior día de descanso. Hay, pues, un descanso definitivo reservado al pueblo de Dios... Apresurémonos, pues» (Hebreos 4, 8ss).

«Y habitaré en la casa del Señor por años sin término».

Después de hablar de descansos pasajeros y de caminos largos, se evoca el reposo definitivo en la casa del Señor, la entrada en el «Sabat» último y eterno, en la Nueva Jerusalén, tal como canta el Apocalipsis:

«Ésta es la Morada de Dios con los hombres. Habitará entre ellos... Enjugará las lágrimas de sus ojos y no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor» (21, 3ss).

El desierto es el contexto común a las dos imágenes (el pastor y el beduino). El que ora este salmo sabe que nada le falta, aún encontrándose en el desierto. Allí, el creyente redescubre las raíces de toda la historia de Israel:
Abrahán y los demás patriarcas fueron pastores trashumantes por el desierto. Moisés se preparó en el desierto para su misión y volvió al desierto para acompañar al pueblo a la libertad. Allí se manifestó el poder de Dios, que «hirió a los primogénitos de Egipto, sacó a su pueblo como a un rebaño y lo condujo por el desierto. Los llevó con seguridad hasta la tierra sagrada» (Salmo 78, 51ss).
Por lo tanto, después que el Señor liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, lo guió por el desierto, como un pastor conduce a su rebaño.
Les ofreció agua que manaba de la roca y alimento abundante (maná y codornices), los defendió de las serpientes que los mordían y de los enemigos que los atacaban, los introdujo en la Tierra Prometida y los acogió como Señor del territorio, ofreciéndoles descanso en su casa. Esta idea queda recogida en muchos textos de la Escritura:

«Saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo, los guiaste por el desierto... reanimaste tu heredad extenuada y tu rebaño habitó la tierra que tu bondad les había preparado» (Salmo 68, 8ss).

«Te abriste un sendero por el mar... y guiaste a tu pueblo como a un rebaño» (Salmo 77, 20-21).

El desierto significa también, para el pueblo, el lugar de la tentación, la prueba, la murmuración, el pecado, la idolatría y la conversión. El lugar donde se descubre que Dios perdona siempre y continúa a dar vida, alimento, salud, victoria. Que da con generosidad porque perdona con magnanimidad. El lugar donde se puede hacer la verdadera experiencia del encuentro personal con Dios:

«La llevaré al desierto y le hablaré al corazón... Ella me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que salió de Egipto... Y te desposaré conmigo en fidelidad» (Oseas 2, 16).

La experiencia del Éxodo es revivida siglos después, al retorno del Exilio. El salmo termina afirmando: «Habitaré en la casa del Señor». Aunque la tradición lee «habitaré», las consonantes hebreas dicen «volveré», el verbo usado para la experiencia que sigue a la deportación:
«Los haré volver de las naciones por donde están dispersados» (Zacarías 10, 10. Ver Ezequiel 36, 24ss).
La vuelta de la conversión a la comunión. Camino por el desierto, tentación, pecado, perdón, crisis de fe en el Exilio, retorno a la tierra y conversión del corazón. Todo este camino evoca el salmo a quien lo lee con una mentalidad bíblica, a sus destinatarios.

Como hemos visto, las imágenes del salmo hablan de:

1.    Seguridad ante los enemigos y peligros de todo tipo:
oscuridad, hambre y sed, muerte.

2.    Con una connotación de máxima abundancia. Los dones de Dios son siempre a la medida de Dios.

3.    Para aquél que ya se sentía dentro de la muerte. Descubrimos la sobreabundancia del don de Dios cuando ya parecía todo perdido.

4.    El significado último del salmo sólo lo podemos entender a la luz del Nuevo Testamento: Jesús es la persona que confía en Dios y camina por sus sendas, aún en medio de las dificultades, hasta entregarse en la cruz. Por eso, el Padre se apiada de Él y le devuelve a la vida, sentándole a su mesa, introduciéndole en su Casa. Al mismo tiempo, Jesús es

«el gran Pastor de las ovejas» (Hebreos 13, 20),
«el Supremo Pastor» (1 Pedro 5, 4).
«Nosotros éramos como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vuelto a nuestro Pastor y Guardián» (1 Pedro 2, 25).

Él es el Pontífice de la Nueva Alianza, el Camino que nos lleva al Padre, la Puerta de acceso a la Casa de Dios. Él prepara para nosotros el banquete de su Cuerpo y de su Sangre, verdadero alimento de inmortalidad. Su amor es tan grande, que llega a dar la vida por sus ovejas. Con él podemos atravesar sin miedo el valle de la muerte, porque Él es la Resurrección y la Vida, Luz que brilla en las tinieblas, Roca que se abre en el desierto para calmar la sed, Maná que nos alimenta, verdadero Pastor y Rey, que «nos apacienta y nos conduce a fuentes de aguas vivas» (Apocalipsis 7, 17) y que nos permite habitar en su casa «por años sin término». El cristiano que ora con el Salmo 23, está llamado a hacer este camino espiritual, verdadera síntesis del Antiguo y del Nuevo testamento: dejarse guiar por Dios «en medio de la noche» y vivir en intimidad con Él, hasta participar en su banquete, «la cena que recrea y enamora», en palabras de S. Juan de la Cruz.

«¿Dónde pastoreas, Pastor bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo; llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz, y tu voz me dé la vida eterna. "Muéstrame, amor de mi alma, dónde pastoreas".
Te nombro de este modo porque tu nombre supera cualquier otro nombre y cualquier inteligencia; de tal manera que ningún ser racional es capaz de pronunciarlo o de comprenderlo.
Este nombre, expresión de tu bondad, expresa el amor de mi alma hacia ti. ¿Cómo puedo dejar de amarte a ti, que de tal manera me has amado que has entregado tu vida por mí?
No puede imaginarse un amor superior a este: el de dar la vida para mi salvación».
(S. Gregorio de Nisa. Homilía 2 sobre el Cantar de los Cantares)
P. Eduardo Sanz de Miguel, o. c. d.


domingo, 27 de marzo de 2016

CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS A LA DIVINA MISERICORDIA

Oh Dios Uno y Trino, fuente inextinguible de Vida que es la Luz de los hombres, Padre Creador, Hijo Redentor, Espíritu Santo Santificador!

Nuestra familia se postra ante ti en esta hora de dificultades para implorar tu Gran Misericordia, que brota del profundo piélago de tu Amor divino, surge en el Corazón Sacratísimo de Jesús y nos llega por la mediación universal del Inmaculado Corazón de María, tu Madre.

A tu Misericordia divina deseamos consagrar hoy nuestras personas, nuestra familia y nuestra vida para que nunca dejes de mirarnos con benevolencia.

Mira, en primer lugar, el fondo de nuestro corazón contrito y humillado que reconoce sus errores e ingratitudes.

Muéstrate indulgente ante la multitud de nuestras deudas y pecados personales y perdona la culpa y la pena que por ellos justamente hemos merecido.

Acoge compasivo, los dolores y peticiones de nuestra familia para que, unidos firmemente en un mismo corazón, seamos fieles a tus mandatos de Amor y nuestro hogar sea un remanso de paz y virtud, que refleje constantemente el modelo de tu Sagrada Familia de Nazaret.

Atiende benigno las peticiones que hacemos diariamente por nuestras necesidades materiales y espirituales.
Envíanos tu Espíritu de Luz y Sabiduría infinitas para que viendo los pequeños sucesos de cada día con ojos de eternidad, seamos siempre fieles a la vocación que asignaste a cada uno de nosotros en tus designios misericordiosos, de modo que se haga realidad el deseo de tu Sagrado Corazón de reinar en y a través de nuestra familia. Jesús, confiamos en ti.

Te encomendamos también mediante esta consagración a todas las autoridades de nuestro país y a los Pastores de tu Iglesia para que por tu Misericordia tengan la Luz y fortaleza necesarias que lleve a nuestra nación según los deseos de tu Sagrado Corazón, que son de paz y no de aflicción.

Asimismo, queremos unir en este acto, nuestra voluntad e intenciones a las que tuvo el Santo Padre el día 17 de agosto del 2002 en Polonia, al consagrar entonces el mundo a tu Divina Misericordia.

 Todo esto te lo pedimos por medio del Corazón Inmaculado de María, para que haga llegar nuestra oración al Corazón Misericordioso de Jesús, en el seno  de tu Trinidad Beatísima.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero


ALABANZAS A LA DIVINA MISERICORDIA

   
 El Amor de Dios es la flor; La Misericordia el fruto.
Que el alma titubeante lea estas consideraciones sobre la Misericordia Divina y recobre la confianza: 

Misericordia Divina, que brotas del seno del Padre, en Ti confío.
Misericordia Divina, supremo atributo de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, misterio incomprensible, en Ti confío.
Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, humano o angélico, en Ti confío.
Misericordia Divina, de donde brotan vida y felicidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, más sublime que los cielos, en Ti confío.
Misericordia Divina, manantial de milagros y maravillas, en Ti confío.
Misericordia Divina, abrazando todo el universo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que bajas a la tierra en la Persona del Verbo Encamado, en Ti confío.
Misericordia Divina, que manaste de la herida abierta en el Corazón de Jesús, en Ti confío.
Misericordia Divina, enclaustrada en el Corazón por nosotros, y especialmente por los pecadores, en Ti confío.
 Misericordia Divina, insondable en la institución de la Sagrada Hostia, en Ti confío.
Misericordia Divina, que fundaste la Santa Iglesia, en Ti confío.
Misericordia Divina, presente en el Sacramento del Santo Bautismo, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la justificación de nosotros por Jesucristo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos acompañas a lo largo de la vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos abrazas, especialmente a la hora de la muerte, en Ti confío.
Misericordia Divina, por quien recibimos el don de la inmortalidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, siempre a nuestro lado en cada instante de nuestra vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, escudo protector de las llamas infernales, en Ti confío.
Misericordia Divina, por quien se convierte el pecador empedernido, en Ti confío.
Misericordia Divina, que dejas atónitos a los Ángeles; inasequible también a los Santos, en Ti confío.
Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos rescatas de toda miseria, en Ti confío.
Misericordia Divina, manantial de felicidad y gozo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que de la nada nos trajiste a la existencia, en Ti confío.
Misericordia Divina, que rodeas con Tus brazos toda obra de Sus manos, en Ti confío.
Misericordia Divina, que presides toda la obra de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos, en Ti confío.
Misericordia Divina, dulce consuelo de los corazones angustiados, en Ti confío.
Misericordia Divina, única esperanza de los desesperados, en Ti confío.
Misericordia Divina, remanso de corazones, paz en la turbulencia, en Ti confío.
Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas, en Ti confío.
Misericordia Divina, esperanza renovada, perdida ya toda esperanza, en Ti confío.

Dios Eterno, en quien la Misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu bondadosa mirada y aumenta Tu misericordia en nosotros para que en los momentos difíciles, no nos desalentemos ni nos desesperemos, sino que, con la máxima confianza, nos sometamos a Tu Santa Voluntad, que es Amor y Misericordia.

Oh incomprensible e infinita Misericordia Divina, ¿quién podrá adorarte como Te mereces. Eres la dulce esperanza del pecador. Uníos estrellas, mar y tierra en un sólo himno y cantad a coro, con vuestra mejor voz, la misericordia Divina, cuya comprensión no se nos alcanza.
Diario de Sor Faustina (11, 296-297).


sábado, 26 de marzo de 2016

PROMESAS DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA A QUIEN CONTEMPLE SU SIETE DOLORES

La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:

1.  Pondré paz en sus familias.
2.  Serán iluminados en los Divinos Misterios.
3. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad
    adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
5. Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal,
    y protegeré en todos los instantes de su vida.
6. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte;

    verán el rostro de su Madre.
7. He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

NOVENA COMPLETA A LA DIVINA MISERICORDIA (DIA POR DIA) Con la CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA

(Diario, 1209-1229) . Novena a la Divina Misericordia, que Jesús me ordenó escribir y hacer antes de la Fiesta de la Misericordia. 

"Deseo que durante esos nueve días lleves a las almas a la Fuente de Mi Misericordia para que saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día traerás a Mi Corazón a un grupo diferente de almas y la sumergirás en este mar de Mi Misericordia.  Y a todas estas almas Yo las introduciré en la Casa de Mi Padre.  Lo harás en esta vida y en la vida futura.  Y no rehusaré nada a ningún alma que traerás a la Fuente de Mi Misericordia. Cada día pedirás a Mi Padre las gracias para estas almas por mi amarga Pasión".

Contesté: Jesús, no sé cómo hacer esta Novena y qué almas introducir primero en Tu muy Misericordioso Corazón.  Y Jesús me contestó que me diría, día por día, qué almas debía introducir en Su Corazón.

PRIMER DÍA. VIERNES SANTO
"Hoy tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi Misericordia.  De esta forma Me consolarás de la amarga tristeza en que Me sume la pérdida de las almas."

Roguemos para que Dios se digne mostrar Su Misericordia a toda la humanidad.

Jesús tan Misericordioso, cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en Tu bondad infinita. Acógenos en la morada de Tu muy compasivo Corazón y nunca nos dejes salir de Él.  Te lo suplicamos por Tu Amor que Te une al Padre y al Espíritu Santo.

Oh omnipotencia de la Divina Misericordia, salvación del hombre pecador,Tú eres la Misericordia y un mar de compasión, ayudas a quien Te ruega con humildad.

Padre Eterno, mira con Misericordia a toda la humanidad, y especialmente a nosotros pobres pecadores que estamos encerrados en el Corazón de Jesús lleno de compasión, y por su dolorosa Pasión muéstranos Tu Misericordia para que alabemos Tu Omnipotencia por los siglos de los siglos. Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la
CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA.

LA SEÑAL DE LA CRUZ:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

PADRE NUESTRO.
Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en la tentación y líbranos del maligno enemigo, amen.
DIOS TE SALVE
María llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, amen.

CREDO DE LOS APÓSTOLES:
Creo en Dios padre todo poderoso, creador del cielo y de la Tierra, Creo en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de poncio pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucito de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todo poderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida del mundo futuro, amen.

**En las cuentas del padre nuestro, antes de cada decena: 

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados, Y del mundo entero.

++ En las 10 cuentas pequeñas de cada decena se dice:

Por su dolorosa pasión. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Se repiten durante las cinco decenas del rosario.

+Después de las cinco decenas se dice la doxología final. (Tres veces)

**Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal: Ten piedad de tus consagrados, de nosotros y del mundo entero.

++OH sangre y agua que brotaste del corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en ti confió. (Diario 84) 3 VECES.

++Expiraste Jesús, pero la fuente de vida broto para las almas y el mar de la misericordia se abrió para el mundo entero. OH fuente de vida insondable misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros (diario1319)
ORACIÓN FINAL:

OH Dios eterno en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos sino que, con gran confianza nos sometamos a tu santa voluntad que es el amor y la misericordia mismos. (Diario 950)
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMEN.
  
SEGUNDO DÍA. SÁBADO SANTO.
"Hoy tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y sumérgelas en Mi misericordia insondable.  Fueron ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión.  A través de ellas, como a través de canales, Mi Misericordia fluye hacia la humanidad."

Roguemos por los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, pues por ellos se derrama la Misericordia de Dios sobre la humanidad.

Jesús Misericordiosísimo, de quien procede todo bien, aumenta Tu gracia en nosotros (las almas de Tus sacerdotes, religiosas y religiosos) para que realicemos (realicen) dignas obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean (los veamos)glorifiquen (glorifiquemos) al Padre de Misericordia que está en el Cielo.

La fuente del Amor de Dios, vive en los corazones limpios,Purificados en el mar de Misericordia, resplandecientes como las estrellas, claros como la aurora.

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de los sacerdotes, y a las almas de las religiosas y de los religiosos; otórgales el poder de Tu bendición. Por el Amor del Corazón de Tu Hijo, en el cual están encerradas, concédeles el poder de Tu luz para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación, y a una sola voz canten alabanzas a Tu Misericordia sin límite por los siglos de los siglos. Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA

TERCER DÍA. DOMINGO DE RESURRECCIÓN
"Hoy tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi Misericordia.  Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía Crucis.  Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura."

Roguemos por todos los fieles cristianos.

Jesús infinitamente compasivo, que desde el tesoro de Tu Misericordia les concedes a todos Tus gracias en gran abundancia, acógenos a todos los fieles cristianos en la morada de Tu clementísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de Él. Te lo suplicamos por el inconcebible Amor Tuyo con que Tu Corazón arde por el Padre celestial.

Son impenetrables las maravillas de la Misericordia, no alcanza sondearlas ni el pecador ni el justo.Miras a todos con Compasión, y atraes a todos a tu Amor

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de todos los fieles cristianos como herencia de Tu Hijo y por su Dolorosa Pasión, concédeles Tu bendición y rodéalas con Tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen Tu infinita Misericordia por los siglos de los siglos.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA  

CUARTO DÍA. LUNES
"Hoy tráeme a los paganos (*) y aquellos que todavía no Me conocen.  También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro celo consoló Mi corazón.  Sumérgelos en el mar de Mi Misericordia".

  Roguemos por todos los que no conocen  a Dios y que aún viven en la ignorancia de la Misericordia Divina.

Jesús compasivísimo, que eres la Luz del mundo entero, acoge en la morada de Tu piadosísimo Corazón a las almas de quienes todavía no Te conocen y no conocen a Dios. Que los rayos de Tu gracia las iluminen para que también ellas unidas a nosotros, ensalcen Tu Misericordia admirable y no las dejes salir de la morada de Tu compasivísimo Corazón.

La Luz de Tu Amor ilumine las tinieblas de las almas.Haz que estas almas Te conozcan, y todos juntos glorifiquemos Tu Misericordia.

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de quienes todavía no Te conocen y no creen en Cristo, pero que están encerrados en el muy compasivo Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio. Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de TuMisericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA  

(*) Nota: Nuestro Señor originalmente usó las palabras “los paganos”, ya que Él habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo. Desde el pontificado del Papa Juan XXIII, la Iglesia ha juzgado apropiado el  reemplazo de este término por la denominación “los que no creen en Cristo” “los que no conocen a Dios” (ver  el Misal Romano, 1970).

QUINTO DÍA. MARTES
"Hoy tráeme a las almas de los herejes y de los cismáticos (*), y sumérgelas en el mar de Mi Misericordia.  Durante Mi amarga Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia.  Según regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión".

Roguemos por los hermanos separados que creen en Cristo pero que desgarran su Cuerpo Místico, para que vuelvan pronto a la unidad de la Santa Iglesia.

Jesús sumamente misericordioso, que eres la bondad misma, Tú no niegas la luz a quienes Te la piden. Acoge en la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas de los hermanos separados que creen en Ti y llévalas con Tu luz a la unidad con la Iglesia; no las dejes alejarse de la morada de Tu compasivísimo Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de Tu Misericordia.

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas de los hermanos separados que creen en Cristo y que han malgastado Tus bendiciones y han abusado de Tus gracias por  persistir obstinadamente en sus errores. No mires sus errores, sino el Amor de Tu Hijo y la amarga Pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos están acogidos en el sumamente compasivo Corazón de Jesús. Haz que también ellos glorifiquen Tu gran Misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA  

(*)Nota: Las palabras originales de Nuestro Señor son aquí “herejes y cismáticos”, ya que Él habló a Sor Faustina según el contexto de su tiempo.  Desde el Concilio Vaticano II, las autoridades eclesiásticas han considerado impropio usar esas denominaciones según las explicaciones expuestas en el Decreto Conciliar sobre el Ecumenismo (# 3).  Es apropiado usar en su lugar el término “los hermanos separados”.  Sin embargo con el tiempo la Iglesia ha decidido usar todavía otra denominación: “los hermanos que creen en Cristo” (ver el Misal Romano, 1970).    

SEXTO DÍA. MIÉRCOLES
"Hoy tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños,  y sumérgelas en Mi misericordia.  Éstas son las almas más semejantes a Mi Corazón.  Ellas Me fortalecieron durante Mi amarga agonía.  Las veía como ángeles terrestres que velarían al pie de Mis altares.  Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias.  Solamente el alma humilde es capaz de recibir Mi gracia;  concedo Mi confianza a las almas humildes".

Roguemos por los niños pequeños y por aquellas almas que se han hecho iguales a ellos en su pureza y simplicidad.

Jesús, tan misericordioso, Tú Mismo has dicho:
Aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón.  Acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños.  Estas almas llevan a todo el Cielo al éxtasis y son las preferidas del Padre celestial.  Son un ramillete perfumado ante el Trono de Dios, de cuyo perfume se deleita Dios Mismo. Estas almas tienen una morada permanente en Tu compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.

De verdad el alma humilde y mansa aquí en la tierra respira el paraíso. Y del perfume de su humilde corazón Se deleita el Creador Mismo.
Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús.  Estas almas son las más semejantes a Tu Hijo.  Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza Tu Trono. Padre de Misericordia y de toda bondad, te suplico por el Amor que tienes por estas almas y el gozo que Te proporcionan, bendice al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de Tu Misericordia por los siglos de los siglos.  Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
  
SÉPTIMO DÍA.  JUEVES
 
"Hoy tráeme a las almas que veneran y glorifican Mi Misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi Misericordia.  Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi espíritu.  Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo.  Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura.  Ninguna de ellas irá al fuego del infierno.  Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte".

Roguemos por todos los que anuncian la Misericordia de Dios

Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón es el Amor mismo, acoge en la morada de Tu compasivísimo Corazón a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de Tu Misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios Mismo.  En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante confiadas en TuMisericordia, y unidas a Ti, cargan sobre sus hombros a toda la humanidad.  Estas almas no serán juzgadas severamente, sino que Tu Misericordia las protegerá en la hora de la muerte.

El alma que ensalza la bondad de su Señor es por Él particularmente amada.  Está siempre al lado de la fuente viva y saca gracias de la Divina Misericordia.

Padre Eterno, mira con Misericordia a aquellas almas que glorifican y veneran Tu Misericordia insondable y que están encerradas en el compasivísimo Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente, sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones, desbordantes de gozo, Te cantan, oh Altísimo, un cántico de misericordia. Te suplico, oh Dios, muéstrales Tu Misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en Ti.  Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo: "A las almas que veneren esta infinita Misericordia Mía, Yo Mismo las defenderé como Mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte".

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA  
  
OCTAVO DÍA.  VIERNES
"Hoy tráeme a las almas que están en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia.  Que los torrentes de Mi Sangre refresquen el ardor del purgatorio.  Todas estas almas son muy amadas por Mí.  Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi Justicia.  Está en tu poder llevarles alivio.  Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre...
Oh, sí conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi Justicia".

Roguemos por las almas del purgatorio, para que el torrente de la preciosa Sangre disminuya y abrevie sus sufrimientos.

Jesús Misericordiosísimo, Tú Mismo has dicho que deseas la Misericordia; heme aquí que llevo a la morada de Tu muy compasivo Corazón a las almas del purgatorio, almas que Te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa adeudada a Tu justicia.  Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de Tu Corazón, apaguen el fuego del purgatorio para que también allí sea glorificado el poder de Tu Misericordia.

Del tremendo ardor del fuego del purgatorio se levanta un lamento a Tu Misericordia. Y reciben consuelo, alivio y refrigerio en el torrente de Sangre y Agua derramado.

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas que sufren en el purgatorio y que están encerradas en el muy compasivo Corazón de Jesús. Te suplico por la Dolorosa Pasión de Jesús, Tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su Sacratísima Alma fue inundada, muestra Tu Misericordia a las almas que están bajo Tu justo escrutinio.  No las mires sino a través de las heridas de Jesús, Tu amadísimo Hijo, ya que creemos que Tu bondad y Tu compasión no tienen límites.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA  

NOVENO DÍA. SÁBADO
"Hoy tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de Mi Misericordia.  Estas almas son las que más dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos.  A causa de ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu voluntad.  Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi Misericordia".

Roguemos por las almas tibias e indiferentes

Jesús piadosísimo, que eres la compasión misma, Te traigo a las almas tibias a la morada de Tu Piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y Te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de Tu Amor puro.  Oh Jesús tan compasivo, ejercita la omnipotencia de Tu Misericordia y atráelas al mismo ardor de Tu Amor y concédeles el amor santo, porque Tú lo puedes todo.

El fuego y el hielo no pueden estar juntos, ya que se apaga el fuego o se derrite el hielo. Pero Tu Misericordia, oh Dios, puede socorrer las miserias aún mayores.

Padre Eterno, mira con Misericordia a las almas tibias, que sin embargo, están acogidas en el Piadosísimo Corazón de Jesús.  Padre de Misericordia, Te suplico por la amarga Pasión de Tu Hijo y por Su Agonía de 3 horas en la Cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de Tu Misericordia. Amén.

Al finalizar se recomienda rezar la CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA

CORONA DE LOS SIETE DOLORES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 "El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo
es penetrar en los sufrimientos de la Madre. "

Practicamos esta devoción rezando, todos los días, siete veces el Avemaría mientras meditamos los siete dolores de María (un Avemaría en cada dolor).

María quiere que meditemos en sus dolores.

Por eso al rezar cada Avemaría es muy importante que cerrando nuestros ojos y poniéndonos a su lado, tratemos de vivir con nuestro corazón lo que experimentó su Corazón de Madre tierna y pura en cada uno de esos momentos tan dolorosos de su vida. Si lo hacemos vamos a ir descubriendo los frutos buenos de esta devoción: empezaremos a vivir nuestros dolores de una manera distinta y le iremos respondiendo al Señor como Ella lo hizo.

Comprenderemos que el dolor tiene un sentido, pues ni a la misma Virgen María, la Madre “tres veces admirable”, por ser Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, Dios la libró del mismo.

Si María, que no tenía culpa alguna, experimentó el dolor, ¿por qué no nosotros?
Modo de practicar esta devoción:

1er DolorLA PROFECÍA DEL ANCIANO SIMEÓN
EN LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS. (Lc. 2, 22-35)

VIRGEN MARÍA: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . .
Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

2º Dolor
LA HUIDA A EGIPTO CON JESÚS Y JOSÉ.
(Mt. 2, 13-15)

VIRGEN MARÍA: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

3er DolorLA PÉRDIDA DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO. (Lc. 2, 41-50).

VIRGEN MARÍA: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

4º DolorEL ENCUENTRO DE JESÚS
CON LA CRUZ A CUESTAS CAMINO DEL CALVARIO.
(Vía Crucis, 4ª estación).

VIRGEN MARÍA: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

5º DolorMARÍA AL PIE DE LA CRUZ. (Jn. 19, 17-30).

VIRGEN MARÍA: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor.
Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

6º Dolor
MARÍA RECIBE A JESÚS BAJADO DE LA CRUZ (Mc. 15, 42-46).

VIRGEN MARÍA: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...

7º DolorSEPULTURA DE JESÚS Y SOLEDAD DE MARÍA.
(Jn. 19, 38-42).

VIRGEN MARÍA: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . .
Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Padre Nuestro, Dios te salve María, Gloria ...