Es uno de los símbolos litúrgicos de este tiempo.
La CORONA DE ADVIENTO tiene su origen en
una tradición pagana europea; es un
símbolo tradicional de Alemania difundido por todo el mundo, que consistía en
prender velas durante el frio y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas
verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera, representaba el ruego al dios
sol para que regresara con su luz y calor durante el invierno.
Los
primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las
personas, tomando como fundamento el texto bíblico de San Juan 8, 12 (“Yo
Soy la Luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas …”); siendo Jesucristo, entonces el origen de la vida y la Luz Espiritual,
adoptaron este símbolo para expresar y vivir su fe en torno a la persona del
Mesías, partiendo así de sus
propias costumbres les enseñaron la Fe católica; por lo tanto, la CORONA DE ADVIENTO no representa una
concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización
de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El
vino para hacer todas las cosas nuevas (Apo 21,5).
Los cristianos supieron apreciar
ésta enseñanza de Jesús:
«Yo Soy la Luz del
mundo; el que me siga no
caminará en la oscuridad, sino que tendrá la Luz de la vida.». Así, pues,
La Luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que
vence la oscuridad.
Nosotros, unidos a Jesús, también somos Luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte."
En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este
símbolo para celebrar el ADVIENTO: Aquellas costumbres primitivas contenían una
semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con
nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz
en la Navidad: Jesucristo.
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