“Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios Nuestro. En el Nombre + del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
ACTO DE CONTRICIÓN:
Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo, pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio…) y decimos:
“Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más – y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén”.
ORACIÓN INICIAL
h Virgen de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, que te dignaste hablar a tu siervo Juan Diego con estas tiernas palabras: “Hijito mío, que no se turbe tu corazón... No temas... ¿No estoy aquí Yo que soy tu Madre? ¡No estás acaso bajo mi protección y amparo?” Llenos, pues de confianza con estas palabras venimos hoy a tus plantas para pedirte que nos concedas todas las gracias que necesitamos y que deseamos obtener de tu bondad en esta novena.
REFLEXIÓN
El sábado 9 de diciembre de 1531 iba Juan Diego, como de costumbre, desde Cuauhtitlán a Tlaltelolco, cerca de la ciudad de México, para asistir a la misa sabatina de la Inmaculada y también a la doctrina que se impartía en el templo ahí establecido. Al pasar muy de madrugada por el cerrillo llamado Tepeyac oyó de pronto un coro de cantos muy suaves y deleitosos, como venidos de otro mundo y, en seguida, una voz melodiosa que le llamaba afectuosamente: “Juanito, Juan Dieguito”... Corrió inmediatamente hacia el lugar de donde parecía salir la voz. Y allí estaba. Era la Virgen María que venía de parte de Dios, con un mensaje para nuestro pueblo y que Juan Diego fue el primero en recibir con fe y amor. Dios sigue llamándonos también a nosotros por medio de la Virgen de Guadalupe. Respondamos con generosidad a su llamado.
ACLAMACIONES A LA VIRGEN DE GUADALUPE
Aclamemos con amor a nuestra Madre de Guadalupe pidiéndole también su ayuda:
-Bendita seas, oh Virgen de Guadalupe, porque nos regalaste tu propia imagen y quisiste quedarte con nosotros para ser nuestro modelo y conducirnos a Cristo, Camino, Verdad y Vida para todos los hombres.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de Guadalupe, porque quisiste quedarte en medio de nosotros para demostrarnos todo tu amor y compasión y ser nuestro auxilio y defensa en todas nuestras necesidades.- Ave María.
-Bendita seas, oh Virgen de Guadalupe, porque quisiste quedarte con nosotros para ser nuestra piadosa Madre, oír nuestros lamentos y remediar todas nuestras miserias, penas y dolores.- Ave María.
SÚPLICA FINAL
Oh Virgen de Guadalupe, “Madre del verdadero Dios por quien se vive”, aquí estamos a tus pies para recordarte una vez más la gran promesa que hiciste a tu siervo Juan Diego de escuchar siempre nuestras súplicas y remediar todas nuestras necesidades. Te rogamos pues, Madre nuestra, que seamos fieles a nuestra fe y la vivamos; que en cada uno de nosotros reine siempre Cristo y lo sigamos; que haya paz en nuestras familias; que puedan ver la eficacia de tu misericordia todos los que, en medio de sus sufrimientos, se encomiendan a Ti; que imitemos fielmente todas tus virtudes; que crezca constantemente nuestro amor y confianza en Ti; y que, por fin, nos alcances de Dios lo que especialmente queremos conseguir de tu bondad en esta novena. Así sea
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