El Papa Francisco saluda y bendice, en la cita
mariana dominical - ANSA
19/07/2015 11:51
El Obispo de Roma encomendó los frutos de su
inolvidable viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, a la maternal intercesión de
la Virgen María, que los latinoamericanos veneran con el título de Nuestra
Señora de Guadalupe
(RV).- Numerosos fieles romanos y peregrinos de
tantas partes del mundo, en la Plaza de San Pedro, para la primera cita dominical
con el rezo a la Madre de Dios, del Papa Francisco, después del IX
Viaje Apostólico internacional de su Pontificado.
Ver, tener compasión, enseñar, los podemos llamar los verbos del
Pastor, dijo el Santo Padre, haciendo hincapié en que «en Jesús,
el Mesías, se hizo carne la ternura de Dios». «Jesús ve, Jesús tiene
compasión, Jesús enseña ¡Qué bello es esto!»
Con el Evangelio del día, recordó que Jesús mira
siempre con «los ojos del corazón» y aseguró que le pidió al
Señor que «el Espíritu de Jesús, Buen Pastor», lo guiara a lo largo del
viaje, que realizó del 5 al 13 de julio.
Alabando al Señor por «las maravillas que
ha obrado en el Pueblo de Dios en camino en esas tierras, por la fe que
ha animado y anima su vida y su cultura», el Papa citó también las bellezas
naturales de esos países, susgrandes potencialidades humanas,
espirituales y sus valores cristianos.
Y sin olvidar los «graves problemas
sociales y económicos», que viven los pueblos latinoamericanos, reiteró el
compromiso de la Iglesia y su colaboración por el bien común.
«Ante los grandes desafíos que el anuncio del
Evangelio debe afrontar», el
Sucesor de Pedro recordó su invitación a acudir «a Cristo Señor para recibir su
gracia, que salva y da la fuerza para el compromiso del testimonio cristiano».
Agradeciendo a Dios de todo
corazón por el don de este viaje, expresó su gratitud a las autoridades civiles
y eclesiales, así como la cálida participación de las
poblaciones ecuatoriana, boliviana y paraguaya.
(CdM – RV)
TEXTO COMPLETO DE LA MEDITACIÓN DEL PAPA
FRANCISCO ANTES DEL ÁNGELUS
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Veo que son valientes con este calor en la plaza,
¡felicidades!
El Evangelio de hoy nos dice que los Apóstoles,
después de la experiencia de la misión, regresaron contentos pero también
cansados. Y Jesús, lleno de comprensión, quiere darles un poco de consolación;
y entonces los conduce a otro lado, en un lugar apartado para que puedan
descansar un poco (Cfr. Mc 6,31). «Muchos entre la gente, los vieron partir y
entendieron… y se adelantaron» (v. 32). A este punto el evangelista nos
presenta una imagen de Jesús de singular intensidad, “fotografiando”, por así
decir, sus ojos y captando los sentimientos de su corazón, y dice así el
evangelista: «Bajando de la barca, vio una gran multitud, tuvo compasión de
ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas»
(v. 34).
Retomemos los tres verbos de este sugestivo
fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los verbos del
Pastor. Ver, tener compasión, enseñar. El primero y el segundo, ver y
tener compasión, están siempre asociados a la actitud de Jesús: de hecho su
mirada no es la mirada de un sociólogo o de un reportero gráfico, porque Él
mira siempre con “los ojos del corazón”. Estos dos verbos, ver y tener
compasión, configuran a Jesús como Buen Pastor. También su compasión, no es
solamente un sentimiento humano, sino es la conmoción del Mesías en la cual se
ha hecho carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús
de nutrir a la gente con el pan de su Palabra, es decir, de enseñar la palabra
de Dios a la gente. Jesús ve, Jesús tiene compasión, Jesús enseña. ¡Esto es
hermoso!
Y yo he pedido al Señor que el Espíritu de Jesús,
Buen Pastor, este Espíritu, me guiara durante el Viaje apostólico que he
realizado en los días pasados a América Latina y que me ha permitido visitar
Ecuador, Bolivia y Paraguay. Agradezco a Dios con todo el corazón por este don.
Agradezco a los pueblos de los tres países, por su afectuosa y calurosa acogida
y entusiasmo. Renuevo mi reconocimiento a las Autoridades de estos Países por
su acogida y colaboración. Con gran afecto agradezco a mis hermanos Obispos, a
los sacerdotes, a las personas consagradas y a toda la población por el calor
con el cual han participado. Con estos hermanos y hermanas he alabado al Señor
por las maravillas que ha obrado en el Pueblo de Dios en camino, en camino en estas
tierras, por la fe que ha animado y anima sus vidas y su cultura. Y también lo
hemos alabado por las bellezas naturales con las cuales ha enriquecido estos
Países. El Continente Latinoamericano tiene grandes potencialidades humanas y
espirituales, conserva valores cristianos profundamente enraizados, pero
también vive graves problemas sociales y económicos. Para contribuir a la
solución, la Iglesia está comprometida a movilizar las fuerzas espirituales y
morales de sus comunidades, colaborando con todos los componentes de la
sociedad. Ante los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio debe afrontar,
he invitado a recibir de Cristo Señor la gracia que salva y que da fuerza al
empeño del testimonio cristiano, a desarrollar la difusión de la Palabra de
Dios, para que la sólida religiosidad de aquellas poblaciones pueda siempre ser
testimonio fiel del Evangelio.
A la materna intercesión de la Virgen María, que
toda América Latina venera como patrona con la advocación de Nuestra Señora de
Guadalupe, confío los frutos de este inolvidable Viaje apostólico.
SALUDOS DEL SANTO PADRE DESPUÉS DE LA ORACIÓN
MARIANA
Queridos hermanos y hermanas,
¡Los saludo cordialmente, romanos y peregrinos!
Saludo en especial a los jóvenes de la Diócesis de
Pamplona y Tudela, España.
Saludo a las religiosas de la Sagrada Familia de
Nazaret reunidas en Roma para el Capítulo General; a la Orquesta de
Offanengo-Casalbuttano; el Coro de Vigo Cavedine (Trento); los jóvenes
voluntarios del Convento de Arco de Trento, los jóvenes de Meana sardo y a los
participantes en las vacaciones organizado por el INPS de Pomezia; a los
jóvenes de la Acción Católica de Melleredo y Rivale (Padua).
Les deseo a todos un buen domingo. Les pido por
favor de rezar por mí, no lo olviden. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
(Traducción del italiano, Renato Martinez - Radio
Vaticano)
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