“Agradezco esta declaración. Deseo que haga mucho
bien”, escribió el Papa en la Declaración Conjunta firmada por los Alcaldes del
mundo. - AP
22/07/2015 16:28
(RV).- Este miércoles 22 de julio, concluyó en el
Vaticano, el Encuentro organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias
sobre “Esclavitud moderna y cambio climático, el compromiso de las
grandes ciudades”, en la cual, Alcaldes de 70 ciudades del mundo junto
a algunos representantes de las Naciones Unidas se confrontaron sobre los
cambios climáticos y la trata de personas.
Los compromisos comunes asumidos por los
participantes fueron sigilados el día de ayer, al finalizar el encuentro con el
Papa Francisco, en la DECLARACIÓN CONJUNTA DE LOS ALCALDES. La misma que el
Pontífice firmó y dejo escrito: “Agradezco esta declaración. Deseo que haga
mucho bien”.
TEXTO COMPLETO DE LA DECLARACIÓN CONJUNTA FIRMADA
POR EL PAPA Y LOS ALCALDES
Los
abajo firmantes nos hemos reunido aquí, en la ACADEMIA PONTIFICIA DE LAS
CIENCIAS Y LA ACADEMIA PONTIFICIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES, con el objeto de
abordar dos dramáticas emergencias correlacionadas:
el cambio climático inducido por el ser humano, y
la exclusión social en las formas extremas de radical pobreza, de la esclavitud
moderna y de la trata de personas. Hemos llegado hasta aquí desde diversos
ámbitos y diferentes culturas, y somos así el fiel reflejo del deseo,
compartido por toda la humanidad, de paz, felicidad, prosperidad, justicia y
sostenibilidad ambiental.
Siguiendo cuanto afirma la ENCÍCLICA LAUDATO SI',
hemos considerado la abrumadora evidencia científica que confirma la existencia
de un cambio climático provocado por el ser humano, al igual que la pérdida de
biodiversidad y la vulnerabilidad de los más pobres a los desastres económicos,
sociales y ambientales.
Ante las urgencias planteadas por el cambio
climático antropogénico, la exclusión social y la pobreza extrema, es nuestra
intención declarar lo siguiente, fruto de nuestro consenso. El cambio climático
antropogénico es una realidad científicamente comprobada, y su efectivo control
es un imperativo moral que alcanza a toda la humanidad.
En este fundamental espacio moral, las ciudades de
todo el planeta cumplen un papel clave. Todas nuestras tradiciones culturales
afirman la inherente dignidad y la responsabilidad social de cada individuo en
su relación con el bien común de la humanidad toda. Proclaman lo bello y lo
maravilloso del mundo natural, al igual que su inherente bondad, y lo valoran
como un don precioso que ha sido confiado a nuestro común cuidado; por eso es
nuestro deber moral respetar, y nunca devastar, este jardín que es nuestra
"casa común".
Los pobres y los excluidos, a pesar de que
participen mínimamente en la disrupción del clima, están expuestos a temibles
amenazas por causa de perturbaciones climáticas antropogénicas tales como la
mayor frecuencia de sequías, tormentas extremas, olas de calor y el aumento
incesante del nivel del mar. Hoy la humanidad cuenta con los instrumentos
tecnológicos, los medios financieros y el conocimiento adecuado para revertir
el cambio climático antrópico, poniendo fin, al mismo tiempo, a la pobreza
extrema, mediante la aplicación de soluciones relativas al desarrollo
sostenible tales como la adopción de sistemas bajos en carbono, con el respaldo
de las tecnologías de la información y de la comunicación.
El financiamiento de las iniciativas en pro del
desarrollo sostenible, tales como las que apuntan a tener un efectivo control
del cambio climático antropogénico, debe estar impulsado por incentivos que
ayuden a la transición hacia energías bajas en carbono y renovables, y debe
incorporar la búsqueda incansable de la paz, lo que permitirá que los
presupuestos de los gobiernos pasen a priorizar las inversiones en la
sostenibilidad, que tanto hacen falta, en desmedro del gasto bélico.
El mundo debe saber que la cumbre sobre el cambio
climático, a celebrarse en París hacia el final de este año (COP2 1), puede ser
la última oportunidad efectiva de negociar acuerdos para mantener el
calentamiento antropogénico por debajo de los dos grados centígrados, y para
apuntar, para mayor seguridad, a mantener el clima del planeta bien por debajo
de ese umbral. Sin embargo, de seguir la trayectoria actual, la humanidad
fácilmente podría alcanzar la devastadora cifra de cuatro grados centígrados o
más.
Los líderes políticos de todos los Estados Miembros
de la ONU tienen la especial responsabilidad de consensuar, en el marco de la
COP21, un osado acuerdo en pro del clima que confine el calentamiento del
planeta a un límite seguro para la humanidad, y que proteja a los más pobres y
vulnerables del cambio climático ininterrumpido, que pone sus vidas en grave
peligro. Tal como lo han prometido, los países de altos niveles de ingresos
deben ayudar a financiar los costos de la mitigación del cambio climático en
las naciones más necesitadas.
Para revertir el cambio climático antrópico, será necesaria
una veloz transformación que haga de nuestro hábitat un mundo impulsado por
energías bajas en carbono — entre ellas las renovables —, y fundado en la
gestión sostenible de los ecosistemas. Dichas transformaciones deberán llevarse
a cabo en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que consensuados
a nivel mundial, tendrán por objeto poner fin a la pobreza extrema; garantizar
el acceso universal a la salud, a la educación de calidad, al agua potable, y a
la energía sostenible; y fomentar la cooperación para erradicar la trata de
personas y todas las formas modernas de esclavitud.
Como alcaldes nos comprometemos a reforzar en
nuestras ciudades y asentamientos urbanos la capacidad de resilencia de los
pobres y de aquellos en situación de vulnerabilidad y reducir su exposición a
los eventos extremos relacionados con el clima y otros impactos, y catástrofes
económicos, sociales y medioambientales, que fomentan la trata de personas y
los riesgos de la migración forzada.
Asimismo nos comprometemos a terminar con el abuso,
la explotación, la trata de personas y todas las formas de esclavitud moderna,
que son crímenes de lesa humanidad, incluido el trabajo forzado y la
prostitución, el tráfico de órganos, y la esclavitud doméstica. Nos
comprometemos también a desarrollar programas nacionales de reasentamiento y
reintegración que eviten la repatriación involuntaria de las personas víctimas
de trata (cf. la revision de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las
Naciones Unidas, n. 162, realizada por la PASS).
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