(RV).- Invoquemos el nombre de Jesús, confiando en Él y dejando que el Espíritu nos impulse. Sólo en nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret podemos alcanzar la salvación, reiteró Francisco en su breve homilía del viernes de la Octava de Pascua, en la Misa que presidió en la capillita de la Casa de Santa Marta. Poniendo en guardia contra los que se presentan como magos, los que promueven supersticiones y la cartomancia y que siembran vanas ilusiones en el mundo de hoy, el Santo Padre reflexionó sobre las lecturas del día, haciendo hincapié en las palabras de Pedro, que después de haber renegado a Jesús, cuando más tarde está prisionero, testimonia con valentía ante los jefes judíos, que la sanación obtenida es solo gracias a la invocación del nombre de Jesús y lo dice «lleno de Espíritu Santo» -
En este contexto, el Obispo de Roma puso de relieve que «es el Espíritu Santo el que nos mueve a confesar nuestra fe en Jesús, a hablar de Jesús y a confiar en Jesús, que es nuestro camino de la vida, siempre».
Y contando que un hombre humilde - que trabaja en la curia de Buenos Aires desde hace 30 años, padre de ocho hijos - cada vez que tiene que salir para cualquier recado dice siempre «Jesús», el Santo Padre dijo que un día le preguntó, por qué pronunciaba en todo momento ese nombre y la respuesta fue «cuando digo Jesús me siento fuerte, que puedo trabajar, porque siento que Él está a mi lado y me protege».
Fue un testimonio que me hizo mucho bien, porque este hombre, no ha estudiado teología, pero tiene la gracia del Bautismo y la fuerza del Espíritu, afirmó Francisco. Y reiterando que sólo el nombre de Jesús salva, recordó que en este mundo nuestro hay tantos que se presentan como ‘salvadores', y son muchos los que acuden a magos o adivinos para resolver sus problemas.
Alentando a dar testimonio de que sólo Jesús es el Salvador, el Santo Padre, recordó también a María, volviendo a poner de relieve que la Madre de Dios nos lleva a Jesús e, invitando a invocar a la Virgen, hizo hincapié en que Ella hará lo que hizo en las bodas de Caná, exhortándonos a hacer lo que Jesús nos dice.
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