ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA PRIMERO
EL AMOR DEL PADRE PÍO HACIA DIOS
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Dios es amor; Dios es un Padre bueno y
misericordioso, lento a la cólera y pronto al perdón.
“Dios nos ama –decía
el padre Pío- y una de las pruebas que
nos ama es el hecho de que nos tolera en el momento mismo en que lo ofendemos.
Dios es Padre de todos; pero lo es, de modo especialísimo, para los
desgraciados y de modo todavía más singular lo es para ti”
El padre Pío escribía a su director
espiritual:
“Me siento devorado por el amor de
Dios. Dios está, para mí, fijo en mi mente e impreso en mi corazón. Nunca lo
pierdo de vista; admiro su belleza, sus sonrisas, sus misericordias”.
El principal atributo de Dios es la
misericordia que perdona y remedia los pecados de sus creaturas. Él es rico en
misericordia. Su misericordia brota de su amor desinteresado y gratuito hacia
los que no son amables ni merecen ser amados.
“Siento cada vez la imperiosa
necesidad –decía el Santo- de entregarme con más confianza a la misericordia
divina y de poner sólo en Dios toda mi esperanza”.
Y repetía:
“Yo no deseo otra cosa que morir o
amar a Dios: o la muerte o el amor, pues la vida sin este amor es peor que la
muerte”.
“Recuerda
–escribía a una hija espiritual- que el gozne sobre el que gira la
perfección es el amor; quien vive del amor, vive en Dios, porque Dios es amor,
como dijo el Apóstol”.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, a quien
confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el
espíritu de hijos adoptivos tuyos, y concédenos por intercesión y ejemplo de
san Pío de Pietrelcina, que merezcamos entrar en posesión de la herencia que
nos tienes prometida. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.
DÍA SEGUNDO
AMOR DEL PADRE PÍO AL PRÓJIMO
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Quien ama a Dios, tiene que amar
también al prójimo.
El amor a Dios y el amor al hermano
forman un solo mandamiento.
“La caridad –decía el padre Pío- es la perla
de las virtudes.
Del mismo modo que las perlas se
mantienen unidas por el hilo, así las virtudes por la caridad. Y así como las
perlas se caen si se rompe el hilo, de igual modo, disminuye la caridad y las
virtudes desaparecen”.
El padre Pío no podía soportar ni la
crítica ni el hablar mal de los hermanos. La murmuración le daba náusea.
“Teniendo tantos defectos que criticar
en nosotros,
¿para qué perdernos en contra de los
hermanos?”.
Movido por este amor para con los
hombres sus hermanos,
exclamaba ante Dios como Moisés:
“¡O perdonas a tu pueblo o bórrame del
libro de la vida!.
Su amor al hombre lo lleva a dar vida
a dos grandes obras:
la Casa Alivio del Sufrimiento y los
grupos de oración. Hablando de la Casa Alivio del Sufrimiento decía:
“Háganla tan bonita como el paraíso,
porque en ella va a habitar Cristo enfermo”. A los médicos y enfermeros
recomendaba: “Ustedes tienen la misión de
curar al enfermo; pero si no llevan amor al lecho de los enfermos, no creo que
las medicinas sirvan de mucho. Sean portadores de Dios para los enfermos; eso
será más útil que cualquier otro cuidado”.
Los grupos de oración tenían que ser
de apoyo a la Casa Alivio del Sufrimiento.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, escucha
con bondad la oración de tus fieles, y por la intercesión de san Pío de
Pietrelcina, dígnate visitar con tu consuelo a nuestros hermanos enfermos y haz
que recobren pronto la salud y te den gracias en la Iglesia. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.
DÍA TERCERO
AMOR DEL PADRE PÍO A LA PALABRA DE
DIOS
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Uno de los deberes del sacerdote es la
predicación de la Palabra de Dios. Los presbíteros, en virtud del sacramento
del Orden, han sido consagrados para predicar el Evangelio. El sacerdote está
acreditado oficialmente por la Iglesia para predicar la palabra como maestro.
Por eso el obispo, en la ceremonia de
ordenación, le dijo:
“Recibe el Espíritu Santo”.
Cuando el padre Pío llegó a San Giovanni Rotondo, el provincial lo encargó de
la educación de unos treinta muchachitos que se preparaban a la vida religiosa
capuchina. El superior, el Padre Paulino, nos describe así las ocupaciones en
las que empleaba sus horas el padre Pío: “Se dedica a la lectura de libros
espirituales, de modo especial a la lectura de la Sagrada Escritura”.
Uno de los niños de aquel tiempo, el padre Manuel de San Marco escribió:
“La
forma de hablar del padre Pío en las conferencias era tan expresiva y
conmovedora, que superaba todo lo imaginable, porque todo cuanto decía le salía
de su misma vida, de su propio corazón. ¡Con qué dulzura nos hablaba de Jesús,
Camino, Verdad y Vida! ¡Con qué ternura se expresaba cuando citaba textualmente
las palabras del Señor!”
Todos los que conocieron al padre Pío
y lo oyeron predicar, afirman que lo hacía con ardor y eficacia.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, escucha la
oración de tu pueblo, da fuerza a cuantos predican el Evangelio en el mundo y concédenos
que así como San Pío de Pietrelcina fue en la tierra un ardiente y humilde
predicador de tu Palabra, ahora en el cielo sea nuestro poderoso intercesor.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA CUARTO
EL AMOR DEL PADRE PÍO A LA EUCARISTÍA
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
La Eucaristía es la acción de gracias
por las maravillas que Dios ha hecho por nosotros con la muerte y resurrección
de su Hijo Jesucristo. Jesús ha querido quedarse con nosotros real y
sustancialmente con su cuerpo, sangre, alma y divinidad como sacrificio, es
decir, memorial de su muerte y como alimento espiritual en la comunión
sacramental.
Dios llamó al padre Pío a ser Sacerdote y víctima. Gentes de todo el mundo
acudían a San Giovanni Rotondo para ver de cerca al estigmatizado padre Pío
celebrar la Santa Misa.
Cristo crucificado se hacía presente
visiblemente en la persona de su ministro: su
pasión y su muerte se reflejaba durante la celebración del sacrificio del
Calvario, celebrada por un sacerdote que en aquel momento le prestaba voz,
manos y corazón.
“Lo que más me hiere –escribe
el padre Pío a su director espiritual-
es el abandono en que se encuentra Jesús en el Santísimo Sacramento. Mi corazón
se siente como atraído por una fuerza superior antes de unirme a Él al
comulgar. Siento tanta hambre y sed de recibirlo, que falta poco para que no
muera de ansia.
A veces voy a recibirlo como con
fiebre. Y esta hambre y sed en lugar que se apague, después que lo he recibido,
se acrecientan siempre más en mí, al grado de decirle a Jesús:
¡Basta!, Porque no aguanto más”.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Padre celestial, para la mayor gloria
de tu santo nombre y por el mayor bien de las almas, te suplicamos por
intercesión de san Pío de Pietrelcina, que multipliques el número de tus
sacerdotes. Derrama sobre ellos tu divino Espíritu, enamóralos de la cruz y haz
muy fecundo su apostolado. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
DÍA QUINTO
EL
PADRE PÍO, MÁRTIR DEL CONFESIONARIO
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Podemos resumir el ministerio
sacerdotal del Padre Pío, en dos polos luminosos: el altar y el confesionario.
En el altar se inmolaba con Cristo en la
cruz y en el confesionario repartía la infinita misericordia del Señor.
En el confesionario el Padre Pío
desempeñó su paternidad con fuerza y ternura. Era severo y exigente con los
penitentes curiosos e hipócritas. Era inflexible con los pecados contra la
vida, los pecados de la blasfemia y la trasgresión del precepto dela misa
festiva. No era raro que cerrara la ventanilla del confesionario en las narices
de los penitentes o les gritara: ¡Fuera de aquí, desgraciado!.
Sus explosiones eran fuertes
vibraciones de su espíritu para romper ciertas barreras y sacudir ciertos
corazones empedernidos.
El Papa Juan Pablo II, en la canonización del padre Pío, dijo:
“Aunque aquel singular confesor
trataba a los peregrinos con aparente dureza, éstos, tomando conciencia de la
gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para
recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental”.
Un penitente tres veces despedido del
confesionario y, finalmente absuelto, comentaba:
“Ahora sí que he llegado a comprender
la gravedad de mis faltas. Hasta este momento nadie había sacudido mi
indiferencia, como ahora lo ha hecho el padre Pío. Ahora comprendo mejor y le
agradezco a Dios que se haya servido para ello del pulso firme y, al mismo
tiempo, paternal del padre Pío”
¡Cuánto le costaban al padre Pío las
confesiones! Solía decir:
“¡Si supieran cuánto cuesta un alma!.
Las almas no se dan como regalo: se compran. ¡Ustedes no saben lo que le
costaron a Jesús!. Ahora y siempre hay que pagarlo con la misma moneda”.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio,
a los que el Padre prometió revelar
los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios todopoderoso y lleno de bondad,
que nos has dado en San Pío de Pietrelcina un modelo de Sacerdote consagrado al
ministerio de la penitencia, concédenos, por su intercesión, convertirnos a ti
de todo corazón y recibir tu misericordia abundante.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
DÍA SEXTO …
AMOR
DEL PADRE PÍO A LA VIRGEN MARÍA.
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Desde niño el Padre Pío tuvo siempre
una tierna,
afectuosa y confiada devoción a la
Virgen María.
Cuando Sacerdote se consagró
totalmente a ella y la consideró “Dulcísima Madre de los Sacerdotes,
mediadora y
dispensadora de todas las gracias”.
Cuando pasaba ante una imagen de la
Virgen, decía:
“Te saludo, María, saluda a Jesús de
mi parte”.
Festejaba el mes de mayo con mucho
fervor. Decía:
“El mes de mayo para mí es el mes de
las gracias.
Quisiera tener una voz poderosa para
invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen”.
“Su amor a la Virgen era muy grande
–cuenta un Sacerdote-. Recuerdo que una vez le pedimos al Padre Pío, en la
fiesta de la Asunción, que nos diera un pensamiento sobre la fiesta.
Se le iluminó el rostro y sollozando
dijo:
“Hijos míos, amemos a la Virgen, ella
es nuestra Madre”.
Se emocionó y se puso a llorar.
También nosotros nos pusimos a llorar,
confundidos ante tanto amor.
Llamaba el Rosario su arma preferida.
Lo llevaba enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre
empuñada.
Su devoción a la Virgen era concreta y
profunda, que lo llevaba a Cristo. La Virgen Dolorosa lo llevaba al misterio de
la cruz, a embriagarse en los padecimientos de Jesús.
La Virgen lo introdujo también en el
misterio eucarístico. Escribió: “¡Pobre madrecita, cuánto me quiere! ¡Con
qué cariño me ha acompañado esta mañana hasta el altar! Me ha parecido que ella
no tuviera ni siquiera en quién pensar sino sólo en mí, al llenarme el corazón
de santos afectos”.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios omnipotente y eterno, que has
hecho grandes maravillas en la Virgen María, Madre de tu Hijo y madre nuestra,
por intercesión de san Pío de Pietrelcina, renueva en nosotros las maravillas
del Espíritu para que podamos bendecir eternamente tu nombre.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
DÍA SÉPTIMO …
AMOR DEL PADRE PÍO A LOS SANTOS
ÁNGELES
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Los
Ángeles de la Guarda son seres espirituales que Dios envía a los hombres con la
misión de custodiarnos y protegernos física y espiritualmente.
“El Ángel de la Guarda no nos abandona
nunca –decía el Padre Pío-. Él es nuestro amigo más sincero y fiel”.
El Padre Pío le tenía mucha confianza
y familiaridad y con frecuencia le daba encargos especiales. A quien iba a
saludarlo antes de emprender un viaje, le decía: “El ángel de Dios te acompañe”.
A sus hijos espirituales repetía con
frecuencia: “cuando me necesites y no puedas venir a verme, mándame a tu Ángel de
la Guarda con el mensaje”.
El padre Agustín, su confesor,
escribió:
“El padre Pío no conoce ni el griego
ni el francés, su ángel de la guarda le explica todo”.
En el libro Envíame a tu Ángel de la
Guarda, el Padre Alejo Parente nos cuenta este hecho asombroso:
“Una
vez el Padre Pío estaba en la veranda y parecía estar hablando con alguien,
mientras que en realidad yo no veía a nadie. Me acerqué a él para entregarle
algunas cartas. El Padre me dijo bruscamente: “¿No ves que estoy ocupado?”.
Me quedé mortificado y me retiré un
poco.
Al poco tiempo, el Padre Pío me llamó
y me dijo:
“¿No has visto estos Ángeles de la Guarda que
estaban alrededor? Eran los ángeles de la Guarda de mis hijos espirituales que
venían a traerme sus mensajes.
Debía yo darles las respuestas”.
El Padre Pío no era un hombre que
inventara extrañezas o fuera preso de fantasías neuróticas. Ahora que la
Iglesia ha reconocido su santidad, estas “extrañezas” se vuelven verdaderas
enseñanzas para nosotros.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Te pedimos, Señor, que tus santos
ángeles, nos ayuden en el peregrinar de esta vida y nos conduzcan después a la
patria eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
DÍA OCTAVO
EL AMOR DEL PADRE PÍO A LA IGLESIA Y
AL PAPA
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
Ante el “Fenómeno” Padre Pío, los
fieles de todo el mundo llegaban a él en mayores grupos para oír sus misas y
confesarse con él.
Sin embargo, desde diferentes sectores
de la misma Iglesia surgieron calumnias y falsos informes sobre su vida y
actividad, y hasta el mismo Santo Oficio de Roma le prohibió durante un tiempo
celebrar en público y confesar.
¿Cómo reacciona el Padre Pío?
Con humildad, silencio y oración.
Nos cuenta un cohermano suyo:
“Al recibir la noticia de la
prohibición de celebrar y confesar en público, el Padre Pío dejó entrever unas
lágrimas y un gesto de profundo dolor. Se retiró a la tribuna del coro y a los
pies del crucifijo estuvo orando hasta la medianoche”.
Luego él mismo dijo:
“La Iglesia es una madre a la que hay
que amar y
más cuando nos pega”.
A un admirador e hijo espiritual que
quería llevar una protesta públicamente, dijo: “Si en verdad me amas, no debes
continuar lo que estás haciendo por mí. No se puede amar al hijo,
mortificando a la Madre Iglesia”.
El Padre Pío amaba al Papa como a
Cristo en la tierra, y diariamente ofrecía su vida por él. “Mi primer recuerdo de cada día
en la oración de la mañana –decía- es por el Papa”.
La fundación de los grupos de oración
tiene como primera y principal intención orar por la Iglesia y por el Papa. “Yo
quiero que mis grupos de oración –decía- oren siempre según las intenciones del
Papa, a quien amo tanto, tanto, como al mismo Jesucristo”.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza,
escucha benignamente las oraciones de tu Iglesia y, por la intercesión de san
Pío de Pietrelcina, concédenos con abundancia cuanto te pedimos con fe. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA NOVENO
LA ORACIÓN DEL PADRE PÍO.
ORACIONES
PARA TODOS LOS DÍAS.
Por la señal de la Santa cruz, de
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN:
Dios mío me arrepiento de todo corazón
de haberte ofendido porque eres infinitamente bueno. Dame tu santa gracia para
no ofenderte más. Amén.
Padre
Nuestro y Ave María.
CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra, Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa
María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los
muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios, Padre
todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el
Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
REFLEXIÓN:
El Padre Pío repetía con frecuencia:
“Se busca a Dios en los libros, pero
se lo encuentra en la oración. Si hoy no se cree, se debe a la falta de
oración. Más se ora, más aumenta la fe y se encuentra a Dios”.
El Padre Gabriel Amorth, amigo e hijo
espiritual del Padre Pío, dijo:
“El padre Pío, cuanto más avanzaba en
edad, más sentía la necesidad de aumentar la oración. La necesidad de la
oración le era sugerida por la conciencia de saberse indigno, se sentía un gran
pecador, con el riesgo de poder perder la fe. Por ello ha sido siempre un gran
pedigüeño de oración. Yo sabía que sí quería verlo iluminado de gozo, no tenía
más que decirle: “Padre rezo por usted”.
El Padre Pío se había definido a sí
mismo: “Un fraile que ora”.
Sus biógrafos lo definen como a san
Francisco de Asís.
“Un hombre hecho oración”.
Los continuos llamados del Papa Pío
XII a la oración para que terminara la guerra, encontraron en el padre Pío una
respuesta concreta. Él fundó sus ya famosos grupos de oración, que definió:
“Semilleros de fe, hogares de amor en los
cuales Cristo mismo está presente cada vez que se reúnen para la oración bajo
la guía de sus directores espirituales”.
La oración principal que se reza en
estos grupos, es el santo rosario y una breve reflexión sobre algún mensaje
espiritual y los ejemplos de la vida santa del Padre Pío.
Pronto tuvieron mucha difusión en
Italia y en todo el mundo. El mismo Santo Padre, Juan Pablo II, dijo que los
grupos de oración son una de las herencias espirituales más preciosas que nos
dejó el Santo.
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS.
San Pío de Pietrelcina, te pedimos nos
enseñes la humildad de corazón, para ser considerados entre los pequeños del
Evangelio, a los que el Padre prometió revelar los misterios de su Reino.
Ayúdanos a orar sin cansarnos jamás con la certeza de que Dios conoce lo que
necesitamos antes de que se lo pidamos.
Alcánzanos una mirada de fe capaz de reconocer prontamente en los pobres y en
los que sufren el rostro mismo de Jesús.
Protégenos en la hora de la lucha y de la prueba y, si caemos, haz que
experimentemos la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria feliz, a donde
esperamos llegar también nosotros para contemplar eternamente la gloria del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
OREMOS:
Dios todopoderoso y eterno, que nos
diste en san Pío de Pietrelcina un modelo insigne de oración, haz que nuestra
vida transcurra en una constante y ferviente unión contigo, que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.