“Al darse cuenta Herodes de
que había sido burlado por los Magos, montó en cólera y mandó matar a todos los niños que
había en Belén, en toda la comarca, de dos años para
abajo, conforme al tiempo que
había cuidadosamente averiguado de los Magos. Entonces se cumplió lo que había
predicho el profeta
Jeremías: ‘Un clamor se ha oído en Ramá, mucho
llanto y lamento; es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse,
porque ya no existen’”
La Liturgia Griega afirma que Herodes hizo matar a catorce mil
varones (ton hagion id chiliadon Nepion), los sirios mencionan a sesenta
y cuatro mil; muchos autores medievales a
ciento cuarenta y cuatro mil, según el Apocalipsis 14,3.
Los autores modernos reducen considerablemente el número, ya que
Belén era un pueblo muy pequeño. Knabenbauer los rebaja hasta quince o veinte
(Evang. S. Mat., I, 104), Bisping a diez o doce (Evang. S. Mat.), Kellner a
cerca de seis (Christus and seine Apostel, Friburgo, 1908); cf. “Anzeiger kath.
Geistlichk. Deutschl”; 15 de febrero de 1909, p. 32.
El historiador judío Flavio Josefo no menciona esta crueldad de Herodes,
aunque relata no pocas atrocidades cometidas por el rey durante los últimos
años de su reinado. El número de estos niños era tan pequeño que este crimen
aparece como insignificante entre los otros delitos cometidos por Herodes.
Macrobius (Saturn., IV, XIV, de Augusto et jocis ejus) narra que
cuando Augusto se
enteró de que entre los varones de hasta dos años, el propio hijo de Herodes
había sido también masacrado, exclamó: “Es
mejor ser el cerdo de Herodes [ous]
que su hijo [houios],”
aludiendo a la ley judaica de no comer, y por consiguiente no matar, cerdos.
La Edad Media creía en esta historia;
Es imposible establecer el día o el año de la muerte de los SANTOS INOCENTES, ya que la cronología del nacimiento de Cristo y
los acontecimientos bíblicos subsiguientes son muy inciertos. Todo lo que
sabemos es que los infantes fueron asesinados dentro de los dos años después de
la aparición de la estrella a los Sabios de Oriente (Belser, en el Tübingen
“Quartalschrift”, 1890, p.361).
La Iglesia venera a esos niños como mártires (flores
martyrum); constituyen los primeros capullos de la Iglesia muertos por el
hielo de la persecución; no sólo murieron por Cristo, sino
en su lugar (Agustín,
“Sermo 10us de sanctis”).
En relación con ellos, el Apóstol recuerda
las palabras del profeta Jeremías (31,15) hablando de la lamentación de Raquel.
La tumba de Raquel, representante de las
antepasadas de Israel, se encuentra en Ramá. Allí se
congregaron los remanentes de la nación para ser conducidos al cautiverio.
Igual que Raquel después de la caída de Jerusalén, desde su tumba lloraron los hijos
de Efraín, de modo que ella llora nuevamente por
los niños hombres de Belén. La ruina de su pueblo, conducido a Babilonia, es sólo un ejemplo de la ruina que
amenaza a sus hijos ahora, cuando el Mesías va
a ser asesinado y se ve obligado a huir de en medio de su propia nación para
escapar a la espada del alguacil. El lamento de
Raquel después de la caída de Jerusalén recibe su cumplimiento supremo a la
vista de la caída de su pueblo, precedido por la matanza de sus hijos y el
destierro del Mesías.
La Iglesia Latina instituyó la fiesta de los SANTOS INOCENTES en fecha desconocida,
no antes del final del siglo IV y no después del final del siglo V. Junto con
las fiestas de San Esteban y San Juan,
se halló por primera vez en el Sacramentario Leonino, fechado alrededor de 485.
Resulta desconocida para el Calendario Filocaliano de 354.
Los latinos guardaban esta fiesta el 28 de diciembre, los griegos
el 29 de diciembre, los sirios y caldeos el 27 de diciembre. Estas fechas no
tienen nada que ver con el orden cronológico del acontecimiento; la fiesta se
celebra dentro de la octava de Navidad porque
los SANTOS INOCENTES dieron su vida
por el Salvador recién nacido.
Esteban, el primer mártir (mártir por voluntad,amor y sangre), Juan, el discípulo amado
(mártir por voluntad y amor), y estas primeras flores de la Iglesia (mártires
por sangre solamente) acompañan al Santo Niño Jesús cuando aparece en el mundo
el día de Navidad.
Únicamente la Iglesia de Roma da el nombre de INOCENTES a estos niños; en otros países latinos
se les llama simplemente Infantes y la fiesta tenía el título de “ALLISIO
INFANTIUM” (Brev. Goth.) “NATALE INFANTUM”, o “NECATIO INFANTUM”.
Los armenios celebraban la fiesta el lunes después
del segundo domingo después
de Pentecostés (Menologio Armenio, 11 de mayo),
porque creen que los SANTOS INOCENTES fueron masacrados quince semanas después
del nacimiento de Cristo.
En
Belén es día de precepto.
El color
litúrgico de la
Iglesia Romana es el violeta, no rojo, porque estos niños fueron martirizados
en un tiempo en que no podían alcanzar la visión beatífica.
Pero, por compasión, por así decirlo, hacia las madres llorosas de Belén, la
Iglesia omite en la Misa tanto el Gloria como el Aleluya; esta costumbre, sin embargo, era
desconocida en las Iglesias de Francia y Alemania. En la octava, y también cuando la
fiesta cae en domingo, la liturgia romana
prescribe el color rojo, el Gloria y el Aleluya.
En Inglaterra la
fiesta se llama “CHILDERMAS” (MISA DEL DÍA DE LOS INOCENTES).
La Estación Romana del 28 de diciembre es en San
Pablo Extramuros, porque se cree que esa iglesia posee los cuerpos
de varios de los Santos Inocentes. El Papa
San Sixto V trasladó
una parte de estas reliquias a Santa María la Mayor (fiesta el 5 de
mayo; semidoble).
La iglesia de Santa
Justina en Padua,
las catedrales de Lisboa y Milán,
y otras iglesias también conservan cuerpos que aseguran ser de algunos de los
Santos Inocentes. En muchas iglesias de Inglaterra, Alemania y Francia en la
fiesta de San Nicolás (6 de diciembre) se elegía a un niño-obispo, quien oficiaba en la fiesta de San Nicolás y de los Santos Inocentes. Usaba mitra y otras insignias pontificales,
cantaba la colecta, predicaba, y daba la bendición.
Se sentaba en la silla del obispo mientras que el coro de niños cantaba en los
bancos de los canónigos. Ellos dirigían el coro en ambos días y tenían una procesión solemne (Schmidt, “Thesaurus jur
eccl.”, III, 67 y sig.; Kirchenlex., IV, 1400; P.L., CXLVII, 135).
Bibliografía: HELMLING IN Kirchenlex., XII, 369-71; NILLES, Kal. Man. Utriusque eccl.
(Innsbruck, 1897); TONDINI, Calendrier de la nation armenienne (Roma, 1906);
HAMPSON, Calendarium medii aevi (Londres, 1857); HOEYNCK, Augsburger Liturgie
(Augsburgo, 1889); ROCK, Iglesia de Nuestros Padres (Londres, 1905).
Fuente: Holweck, Frederick. "Holy Innocents." The Catholic
Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910. <http://www.newadvent.org/cathen/07419a.htm>.
Traducido por Estela Sánchez Viamonte. L H M.
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