Jesús dulcísimo, Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente
en tu presencia. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente
unidos a Ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a Tu Sagrado
Corazón.
Muchos nunca Te han conocido; muchos Te han rechazado, despreciando tus mandamientos. Compadécete de unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a Tu Sagrado Corazón. Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de Ti, sino también sobre los hijos pródigos que Te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o se parados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor. Concede, Señor, a Tu Iglesia una plena libertad y seguridad; concede a todo el mundo la tranquilidad del orden; haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha venido la salvación; a Él la gloria y el honor
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