Esta
prolongada guerra fratricida produjo consecuencias y efectos verdaderamente
lamentables, como lo reconocen todos los historiadores.
En el conflicto murieron de 100 a 130 mil colombianos, cuando Colombia sólo contaba con 4 millones de habitantes. Fueron innumerables las viudas y los huérfanos que lloraban desconsolados a sus seres queridos.
La guerra paralizó todas las actividades económicas, sobre todo la explotación de los campos, presentándose una hambruna que no respetó a ninguna clase social y que puso a clamar de hambre a ricos y pobres en todo el territorio nacional.
En el conflicto murieron de 100 a 130 mil colombianos, cuando Colombia sólo contaba con 4 millones de habitantes. Fueron innumerables las viudas y los huérfanos que lloraban desconsolados a sus seres queridos.
La guerra paralizó todas las actividades económicas, sobre todo la explotación de los campos, presentándose una hambruna que no respetó a ninguna clase social y que puso a clamar de hambre a ricos y pobres en todo el territorio nacional.
La
economía del país se desplomó y el valor de la moneda se tornó irrisorio.
Los
fusiles y los cañones, además de cegar las vidas humanas, sembraban la
destrucción en todo el territorio patrio.
Después de tres años de una guerra sangrienta y destructora, la situación del país se agravaba día por día y amenazaba con desembocar en una verdadera catástrofe nacional.
Después de tres años de una guerra sangrienta y destructora, la situación del país se agravaba día por día y amenazaba con desembocar en una verdadera catástrofe nacional.
El entonces Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, iluminado por una luz interior, vio que la única solución en situación tan desesperada era acudir al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Se dirigió entonces a la Presidencia de la República y como único medio para conseguir la tan anhelada paz, sugirió al vicepresidente encargado, el Doctor José Manuel Marroquín, la CONSAGRACIÓN DE LA REPÚBLICA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS y el hacer un voto de construir un templo en su honor.
El
Presidente Encargado aceptó gustoso la sugerencia y el 22 de junio de 1902, en ceremonia inolvidable, consagró la República de
Colombia al SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS y puso la primera piedra para el
templo que es el actual Voto Nacional. Los efectos fueron inmediatos.
Recordemos
que la fe puede trasladar montañas.
A los 5 meses de la Consagración, se firmaba el tratado de Winsconsin, el 21 de noviembre de 1902, poniendo punto final a la sangrienta y prolongada guerra, iniciándose una era de paz y de concordia nacional.
Han transcurrido exactamente 113 años y pareciera que la situación en el país es tan grave y aún más grave de la de 1902, después de una guerra no declarada que ya se prolonga por un espacio de más de 50 años.
A los 5 meses de la Consagración, se firmaba el tratado de Winsconsin, el 21 de noviembre de 1902, poniendo punto final a la sangrienta y prolongada guerra, iniciándose una era de paz y de concordia nacional.
Han transcurrido exactamente 113 años y pareciera que la situación en el país es tan grave y aún más grave de la de 1902, después de una guerra no declarada que ya se prolonga por un espacio de más de 50 años.
Los
efectos de esta guerra son tan funestos o más funestos que los de la Guerra de
los Mil Días.
Sobre
todo en los últimos años, han muerto tantos colombianos anualmente, sumiendo en
el dolor y las lágrimas a innumerables viudas y huérfanos.
Los
desplazados por la guerra que se encuentran en condiciones infrahumanas,
superan los dos millones.
Las
poblaciones destrozadas por la guerrilla o por los paramilitares, han dejado en
la ruina a miles de colombianos.
Hasta
antes de la Constitución de 1991 el catolicismo era considerado la religión
oficial del Estado. Y ante las críticas al respecto se estableció, desde ese
año, que Colombia sería un estado laico, no confesional o de pluralismo
religioso.
Por Jorge
Eduardo Acero López, S. J
El 12 de
Octubre de 2008, COLOMBIA, FUE NUEVAMENTE CONSAGRADA AL SAGRADO CORAZÓN DE
JESÚS Y MARÍA, por parte de Monseñor Pedro Rubiano Arzobispo de Bogotá, quien
al presidir la liturgia exaltó la renovación de la promesa católica.
"La renovación de la Consagración Sagrado Corazón de Jesús, recordando que después de la guerra de los mil días el país se consagró al Sagrado Corazón", señaló.
"La Santísima Virgen María, Colombia es uno de los países que tenemos más acentuada la fe a la Virgen María por ello, la Virgen María la tenemos en casi todas las ciudades, está la virgen del Rosario la que es para los colombianos, la patrona, es nuestra madre, madre de la iglesia", agregó.
El 12 de
Octubre de 2008, por lo menos mil
quinientos feligreses asistieron a la Catedral Primada para ser testigos de la
consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón de
María.
Monseñor Pedro Rubiano arzobispo de Bogotá, presidió la liturgia donde exaltó la renovación de la promesa católica.
"La renovación de la Consagración Sagrado Corazón de Jesús, recordando que después de la guerra de los mil días el país se consagró al sagrado corazón", señaló.
"La santísima Virgen María, Colombia es uno de los países que tenemos más acentuada la fe a la Virgen María por ello, la Virgen María la tenemos en casi todas las ciudades, está la virgen del Rosario la que es para los colombianos, la patrona, es nuestra madre, madre de la iglesia", agregó.
Monseñor Pedro Rubiano arzobispo de Bogotá, presidió la liturgia donde exaltó la renovación de la promesa católica.
"La renovación de la Consagración Sagrado Corazón de Jesús, recordando que después de la guerra de los mil días el país se consagró al sagrado corazón", señaló.
"La santísima Virgen María, Colombia es uno de los países que tenemos más acentuada la fe a la Virgen María por ello, la Virgen María la tenemos en casi todas las ciudades, está la virgen del Rosario la que es para los colombianos, la patrona, es nuestra madre, madre de la iglesia", agregó.
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