1. Bendito seas, Padre, que en tu infinito amor nos
has dado a tu Unigénito Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el
seno purísimo de la Virgen María, y nacido en Belén hace ahora dos mil años.
Él se ha hecho nuestro compañero de viaje y ha dado
nuevo significado a la historia, que es un camino hecho juntos, en el trabajo y
en el sufrimiento, en la fidelidad y en el amor, hacia aquellos cielos nuevos y
hacia aquella tierra nueva, en la que Tú, vencida la muerte, serás todo en
todos.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único
y sumo Dios!
2. Haz, Padre, que por tu gracia el Año jubilar sea
un tiempo de conversión profunda y de alegre retorno a Ti; concédenos que sea
un tiempo de reconciliación entre los hombres y de redescubierta concordia
entre las naciones; tiempo en el que las lanzas se truequen en hoces, y al
fragor de las armas sucedan cantos de paz. Concédenos, Padre, vivir el Año
jubilar dóciles a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo,
asiduos en la escucha de la Palabra y en la asiduidad a las fuentes de la
gracia.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único
y sumo Dios!
3. Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu, el
empeño de la Iglesia en favor de la nueva evangelización y guía nuestros pasos
por los caminos del mundo para anunciar a Cristo con la vida, orientando
nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz. Haz, Padre, que
brillen los discípulos de tu Hijo por su amor hacia los pobres y oprimidos; que
sean solidarios con los necesitados, y generosos en las obras de misericordia,
e indulgentes con los hermanos para obtener ellos mismos de Ti indulgencia y
perdón.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único
y sumo Dios!
4. Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo,
purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa, de
suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo entre los seguidores
de las grandes religiones, de suerte que todos los hombres descubran la alegría
de ser tus hijos.
Haz que a la voz suplicante de María, Madre de las
gentes, se unan las voces orantes de los apóstoles y de los mártires
cristianos, de los justos de todo pueblo y de todo tiempo, para que el Año
Santo sea para todos y para la Iglesia, motivo de renovada esperanza y de
júbilo en el Espíritu.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único
y sumo Dios!
5. ¡A Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y
del hombre, por Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el
Espíritu que santifica el universo, la alabanza, el honor, la gloria, hoy y en
los siglos sin fin. Amén!
(De Juan Pablo II, para el Jubileo 2000)
Bendito y alabado seas Señor, creador del cielo y de la tierra te adoramos y glorificamos, Santo, Santo, Santo es el señor Dios del Universo, te pido Señor Omnipotente que bendigas a todas las familias del mundo y que no les falte comida, ropa y salud en sus hogares, santifica más a los sacerdotes para que guien a los fieles por el camino hacia Cristo Jesus, tuyo es el Reino y la Gloria por los siglos de los siglos Amen,
ResponderEliminarPara mí es tan hermosa oración como es el Santo que la
Eliminarhizo, el Santo de muchos de nosotros, en particular los
que lo han tenido de Papa tantos años y que sigue ayu-
dando ahora desde el Cielo. Gracias San Juan Pablo.