El
decálogo de la vinculación de María con el
Espíritu
Santo, según Benedicto XVI
Etiquetados con: Espíritu Santo Virgen María
.
Es una
relación estrechísima, privilegiada, indisoluble.
En el atardecer del sábado 30 de mayo,
penúltimo día del mes dedicado a la Virgen María, víspera de
la fiesta de Pentecostés, el Papa Benedicto XVI presidió una celebración
mariana conclusiva del mes de mayo, En su alocución final glosó la
relación entre María y el Espíritu Santo. Una relación -dijo-
“estrechísima, privilegiada, indisoluble”. He aquí, en forma de
decálogo, las palabras del Papa, en la que desmenuza esta relación:
.
1.EN LA ANUNCIACIÓN: La Virgen de Nazaret fue
elegida para que se convirtiera en Madre del Redentor por obra del Espíritu
Santo: en su humildad, halló gracia ante Dios (cf. Lc 1, 30).
Efectivamente, en el Nuevo Testamento vemos que la fe de María
<<atrae>>, por así decirlo, el don del Espíritu Santo. Ante
todo en la concepción del Hijo de Dios, misterio que el propio arcángel
Gabriel explica así: <<El Espíritu
Santo vendrá sobre Ti y el poder del Altísimo vendrá sobre Ti y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra>> (Lc 1,35).
.
2. EN LA VISITACIÓN: Inmediatamente (de la
Anunciación y Encarnación) después, María acude a ayudar a Isabel,
y he aquí que cuando llega hasta ella y la saluda, el Espíritu Santo hace
que el niño salte de gozo en el seno de su anciana pariente (cf. Lc 1, 44); y
todo el diálogo entre las dos madres está inspirado por el Espíritu Santo de
Dios, particularmente el cántico de alabanza con que María expresa sus
sentimientos profundos: el Magnificat.
.
3. EN LA NATIVIDAD Y LA INFANCIA DE JESÚS: Toda la
Historia del nacimiento de Jesús y de su primera infancia está guiada de manera
casi palpable por el Espíritu Santo, aun cuando no siempre se lo nombre.
El corazón de María, en consonancia perfecta con su Hijo divino, es
templo del Espíritu de verdad, en el que toda palabra y todo hecho quedan
conservados en la fe, en la esperanza y en la caridad (cf. Lc 2, 19.51).
.
4. EN LA VIDA OCULTA EN NAZARET: Podemos,
pues, estar seguros de que el corazón santísimo de Jesús, durante toda la
vida oculta en Nazaret, halló siempre en el corazón inmaculado de María
un <<hogar>> permanentemente encendido de oración y de atención
constante a la voz del Espíritu.
.
5. EN LAS BODAS DE CANÁ: Testimonio de tan singular
sintonía entre Madre e Hijo en la búsqueda de la voluntad de Dios es
lo acontecido en las bodas de Caná. En una situación preñada
de símbolos de la alianza como la de un banquete nupcial, la
Virgen María intercede y provoca-valga la expresión- un signo de gracia
superabundante: el <<vino bueno>> que remite al misterio de
la Sangre de Cristo.
.
6. EN EL CALVARIO: Ello nos conduce directamente al
Calvario, donde María permanece al pie de la cruz junto con las demás
mujeres y el apóstol Juan. Madre y discípulo recogen espiritualmente el
testamento de Jesús: sus últimas palabras y su último aliento, en
el que empieza a derramar el Espíritu; y recogen el grito silencioso de
su Sangre, íntegramente derramada por nosotros (cf. Jn 19,25-34).
María sabía de dónde venía aquella sangre: se había formado en ella
por obra del Espíritu Santo, y sabía que ese mismo <<poder>>
creador resucitaría a Jesús, como él había prometido.
.
7.EN LA PALABRA: Así la fe de María sostuvo
la de los discípulos hasta el encuentro con el Señor resucitado, y
siguió acompañándolos también tras su ascensión al cielo, a la
espera del bautismo <<en el Espíritu Santo>> (cf. Hch 1,5).
.
8.EN PENTECOSTÉS: En Pentecostés, la
Virgen Madre aparece nuevamente como Esposa del Espíritu para ejercer una
maternidad universal respecto a cuantos son engendrados por Dios mediante la fe
en Cristo.
.
9. EN LA VIDA DE LA IGLESIA: Por eso es
María, para todas las generaciones, imagen y modelo de la Iglesia
que con el Espíritu camina en el tiempo invocando el regreso glorioso de
Cristo: <<Ven, Señor Jesús>>(cf. Ap 22,17. 20).
.
10. EN NUESTRA VIDA, EN LA VIDA DE LOS
CRISTIANOS: Aprendamos de María a reconocer nosotros también la presencia
del Espíritu Santo en nuestra vida, a escuchar sus inspiraciones y a
seguirlas dócilmente. Él nos permite crecer de manera conforme a la
plenitud de Cristo, con esos frutos buenos que el apóstol
Pablo encuentra en su Carta a los Gálatas: <<Amor, alegría,
paz, paciencia, afabilidad, fidelidad, mansedumbre, dominio de
sí>> (Ga 5,22). Hago votos por que os veáis colmados de estos dones
y caminéis siempre con María según el Espíritu, y, al tiempo que alabo vuestra
participación en esta celebración vespertina, imparto de todo corazón a
vosotros y a vuestros seres queridos la bendición apostólica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario