¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

miércoles, 23 de mayo de 2012

MARIA Y EL ESPIRITU SANTO


El decálogo de la vinculación de María con el
Espíritu Santo, según Benedicto XVI

Etiquetados con:  Espíritu Santo   Virgen María

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Es una relación estrechísima,  privilegiada,  indisoluble.

En el atardecer del sábado 30 de mayo,  penúltimo día del mes dedicado a la Virgen María,  víspera de la fiesta de Pentecostés,  el Papa Benedicto XVI presidió una celebración mariana conclusiva del mes de mayo,  En su alocución final glosó la relación entre María y el Espíritu Santo.  Una relación -dijo- “estrechísima,  privilegiada, indisoluble”.  He aquí, en forma de decálogo,  las palabras del Papa,  en la que desmenuza esta relación:
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1.EN LA ANUNCIACIÓN:  La Virgen de Nazaret fue elegida para que se convirtiera en Madre del Redentor por obra del Espíritu Santo:   en su humildad,  halló gracia ante Dios (cf. Lc 1, 30). Efectivamente, en el Nuevo Testamento vemos que la fe de María <<atrae>>, por así decirlo, el don del Espíritu Santo.  Ante todo en la concepción del Hijo de Dios,  misterio que el propio arcángel Gabriel explica así: <<El Espíritu Santo vendrá sobre Ti y el poder del Altísimo  vendrá sobre Ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra>> (Lc 1,35).
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2. EN LA VISITACIÓN: Inmediatamente  (de la Anunciación y Encarnación)  después,  María acude a ayudar a Isabel, y he aquí que cuando llega hasta  ella y la saluda, el Espíritu Santo hace que el niño salte de gozo en el seno de su anciana pariente (cf. Lc 1, 44); y todo el diálogo entre las dos madres está inspirado por el Espíritu Santo de Dios, particularmente el cántico de alabanza con que María expresa sus sentimientos profundos: el Magnificat.
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3. EN LA NATIVIDAD Y LA INFANCIA DE JESÚS: Toda la Historia del nacimiento de Jesús y de su primera infancia está guiada de manera casi palpable por el Espíritu Santo,  aun cuando no siempre se lo nombre.  El corazón de María, en consonancia perfecta con su Hijo divino,  es templo del Espíritu de verdad,  en el que toda palabra y todo hecho quedan conservados en la fe, en la esperanza y en la caridad (cf. Lc 2, 19.51).
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4. EN LA VIDA OCULTA EN NAZARET:  Podemos, pues, estar seguros de que el corazón santísimo de Jesús,  durante toda la vida oculta en Nazaret,  halló siempre en el corazón inmaculado de María un <<hogar>> permanentemente encendido de oración y de atención constante a la voz del Espíritu.
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5. EN LAS BODAS DE CANÁ: Testimonio de tan singular sintonía entre Madre e Hijo en la búsqueda de la voluntad de Dios es lo acontecido en las bodas de Caná.  En una situación preñada de símbolos de la alianza como la de un banquete nupcial,  la Virgen María intercede y provoca-valga la expresión- un signo de gracia superabundante:  el <<vino bueno>> que remite al misterio de la Sangre de Cristo.
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6. EN EL CALVARIO: Ello nos conduce directamente al Calvario,  donde María permanece al pie de la cruz junto con las demás mujeres y el apóstol Juan.  Madre y discípulo recogen espiritualmente el testamento de Jesús:  sus últimas palabras y su último aliento,  en el que empieza a derramar el Espíritu;  y recogen el grito silencioso de su Sangre,  íntegramente derramada por nosotros (cf. Jn 19,25-34).  María sabía de dónde venía aquella sangre:  se había formado en ella por obra del Espíritu Santo,  y sabía que ese mismo <<poder>> creador resucitaría a Jesús,  como él había prometido.
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7.EN LA PALABRA:  Así la fe de María sostuvo la de los discípulos hasta el encuentro con el Señor resucitado,  y siguió acompañándolos también tras su ascensión al cielo,  a la espera del bautismo <<en el Espíritu Santo>> (cf. Hch 1,5).
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8.EN PENTECOSTÉS:  En Pentecostés,  la Virgen Madre aparece nuevamente como Esposa del Espíritu para ejercer una maternidad universal respecto a cuantos son engendrados por Dios mediante la fe en Cristo.
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9. EN LA VIDA DE LA IGLESIA:  Por eso es María,  para todas las generaciones,  imagen y modelo de la Iglesia que con el Espíritu camina en el tiempo invocando el regreso glorioso de Cristo: <<Ven,  Señor Jesús>>(cf. Ap 22,17. 20).
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10. EN NUESTRA VIDA,  EN LA VIDA DE LOS CRISTIANOS:  Aprendamos de María a reconocer nosotros también la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida,  a escuchar sus inspiraciones y a seguirlas dócilmente.  Él nos permite crecer de manera conforme a la plenitud de Cristo,  con esos frutos buenos que el apóstol Pablo encuentra en su Carta a los Gálatas: <<Amor, alegría,  paz, paciencia, afabilidad, fidelidad,  mansedumbre, dominio de sí>> (Ga 5,22).  Hago votos por que os veáis colmados de estos dones y caminéis siempre con María según el Espíritu, y, al tiempo que alabo vuestra participación en esta celebración vespertina,  imparto de todo corazón a vosotros y a vuestros seres queridos la bendición apostólica.

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