¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?
“SÁBELO, TEN POR CIERTO, HIJO MÍO EL MÁS PEQUEÑO, QUE YO SOY LA PERFECTA SIEMPRE VIRGEN SANTA MARÍA, MADRE DEL VERDADERÍSIMO DIOS POR QUIEN SE VIVE, EL CREADOR DE LAS PERSONAS, EL DUEÑO DE LA CERCANÍA Y DE LA INMEDIACIÓN, EL DUEÑO DEL CIELO, EL DUEÑO DE LA TIERRA, MUCHO DESEO QUE AQUÍ ME LEVANTEN MI CASITA SAGRADA, EN DONDE LO MOSTRARÉ, LO ENSALZARÉ AL PONERLO DE MANIFIESTO: LO DARÉ A LAS GENTES EN TODO MI AMOR PERSONAL, EN MI MIRADA COMPASIVA, EN MI AUXILIO, EN MI SALVACIÓN: PORQUE YO EN VERDAD SOY VUESTRA MADRE COMPASIVA, TUYA Y DE TODOS LOS HOMBRES QUE EN ESTA TIERRA ESTÁIS EN UNO, Y DE LAS DEMÁS VARIADAS ESTIRPES DE HOMBRES, MIS AMADORES, LOS QUE A MÍ CLAMEN, LOS QUE ME BUSQUEN, LOS QUE CONFÍEN EN MÍ, PORQUE ALLÍ LES ESCUCHARÉ SU LLANTO, SU TRISTEZA, PARA REMEDIAR PARA CURAR TODAS SUS DIFERENTES PENAS, SUS MISERIAS, SUS DOLORES…". "ESCUCHA, PÓNLO EN TU CORAZÓN, HIJO MÍO EL MENOR, QUE NO ES NADA LO QUE TE ESPANTÓ, LO QUE TE AFLIGIÓ, QUE NO SE PERTURBE TU ROSTRO, TU CORAZÓN; NO TEMAS ESTA ENFERMEDAD NI NINGUNA OTRA ENFERMEDAD, NI COSA PUNZANTE, AFLICTIVA. ¿NO ESTOY AQUÍ, YO, QUE SOY TU MADRE? ¿NO ESTÁS BAJO MI SOMBRA Y RESGUARDO? ¿NO SOY, YO LA FUENTE DE TU ALEGRÍA? ¿NO ESTÁS EN EL HUECO DE MI MANTO, EN EL CRUCE DE MIS BRAZOS? ¿TIENES NECESIDAD DE ALGUNA OTRA COSA?. QUE NINGUNA OTRA COSA TE AFLIJA, TE PERTURBE; …” Palabras de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego, tomadas del Nican Mopohua.

lunes, 25 de mayo de 2020

EL ESPÍRITU SANTO ANIMADOR DE COMUNIDADES

"Cuando venga el Espíritu de la verdad los iluminará para que puedan entender la verdad completa... por eso les he dicho que todo lo que el Espíritu les dé a conocer, lo recibirá de mí." (Jn 16,14-15)

El Espíritu de la Verdad ya ha venido a dar luz a las Comunidades Eclesiales para descubrir, comprender y aceptar la Palabra de Dios:

El Misterio de Cristo y el sentido de la vida. El Espíritu Santo anuncia, enseña y actualiza el Evangelio en nombre de Jesús.

El Espíritu de Jesús nos dará luz y fortaleza para conocer más, amar más y seguir a Jesucristo más de cerca. El Espíritu de Pentecostés nos animará a vivir en Comunidad y a formar y multiplicar las Comunidades Eclesiales. El Espíritu Paráclito nos consolará, orará en nuestro interior y se nos dará en dones y frutos personales.

En este caminar conoceremos más al mismo Espíritu, “El Dios Desconocido”.

"¿Han recibido al Espíritu Santo al aceptar la fe? Ellos respondieron: Ni siquiera hemos oído que exista un Espíritu Santo." (Hch 19,2).

Esa pregunta de Pablo, ¿cómo la responderán hoy la mayoría de los cristianos y cristianas?

Muchísimos con un medio vacío de sentido o medio confuso.

El Espíritu Santo es muy desconocido por muchas razones.

 En primer lugar porque es Espíritu, o sea, ser invisible, intocable, difícil de imaginar, representar y presentar. "El Espíritu es sutil, multiforme, penetrante, ágil y lo conoce todo..." (Sb 7,22s).

El Espíritu del Amor actúa desde el interior de Dios en el interior de las personas.

El Espíritu de Dios es como el aire, no lo vemos, pero lo descubrimos por sus efectos:   movimiento de las ‘hojas’ de los árboles, por su frescor o calor.

El Espíritu de la Verdad es luz que nos ayuda a mirar las bendiciones de Dios, pero a Él no le vemos. "...el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios... hemos recibido el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado... El ser humano naturalmente no capta las cosas del Espíritu de Dios..." (1 Co 2,10-14).

El Dios ‘desconocido’ nos hace conocer, sentir internamente, comprender, orar y contemplar la Vida para interpretar y revelar los tesoros escondidos en la Palabra de Dios.
El Espíritu Santo actúa en lo más profundo de nosotros, algo así como nuestro ‘subconsciente espiritual’, para hacernos sentir el sentido de Dios y de nuestra vida.

En el primer milenio de la historia de la Iglesia, cuando las Iglesias de Oriente y Occidente estaban unidas era más reconocida la Persona del Espíritu Santo, más valorada su presencia y acción en la pastoral, en la teología y en la liturgia. En el segundo milenio, hasta el Vaticano II, se olvidó y descuidó mucho la devoción y reflexión sobre el Espíritu Santo, aunque su acción continuó siempre presente y activa en la Iglesia Latina.

Acertadamente formuló San Ireneo: "Donde está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios. Y allí donde está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda la gracia. Y el Espíritu es la verdad."

San Hipólito declaró: "El Espíritu florece en la Iglesia."

Al Espíritu Santo, lo consideramos ANIMADOR DE LAS COMUNIDADES, Alma del Cuerpo de Cristo, vida de la Iglesia.

QUEREMOS CONOCER MÁS AL ESPÍRITU SANTO

Comencemos presentando al Espíritu Santo mencionando sus apelativos:

PARÁCLITO (Abogado = llamado a estar junto a uno). CONSOLADOR, Espíritu de VERDAD, Espíritu de la PROMESA, el Espíritu de la ADOPCIÓN, el Espíritu DE CRISTO, Espíritu de DIOS, el Espíritu de GLORIA (C.C. 693), el Dios de la PAZ, el Dios de la ESPERANZA, el Dios desconocido.

En la Biblia encontramos comparaciones simbólicas DEL ESPÍRITU SANTO con el fuego, el viento, el agua, la paloma (viene y baja una paloma), ancla, escudo, espada. Estos nombres nos van revelando, dando a conocer, la persona del Espíritu Santo y su actividad.

Esta presencia santificadora del Espíritu no nos presenta personalmente al Espíritu Santo, ni tampoco deja visible su rostro o retrato personal. El ESPÍRITU DE DIOS deja huellas de su paso por la vida y los rastros de sus obras:

Las Sagradas Escrituras, la Liturgia y la vida de la Iglesia y del pueblo.

Los cristianos, sobre todo los Padres de la Iglesia, el Magisterio de la Iglesia y los teólogos han ido descubriendo, en estas obras, la acción del Espíritu y reconociendo a su misma Persona.

EL ESPÍRITU SANTO Y SUS OBRAS:

Tres obras atribuidas al Espíritu de Dios.

En las SAGRADAS ESCRITURAS es donde, principal y paulatinamente, se va revelando el mismo Espíritu en la CREACIÓN: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra... mientras el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas." (Gn 1,1).

EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN, sobre todo en el servicio de los jueces o líderes del pueblo: "El espíritu de Yahvé vino sobre él y fue juez de Israel..." (Jue 3,10; 13,25); y en los profetas, hombres con espíritu, que hablan por el Espíritu y lo anuncian: "Yo derramaré mi Espíritu sobre toda la humanidad..." (Joel 3,1-2).

El Antiguo Testamento manifiesta la naturaleza divina del Espíritu, pero todavía no revela su persona.

En el Nuevo Testamento se describe la experiencia cristiana del Espíritu, porque El ungió a Jesús y Cristo envía su Espíritu para animar a la Iglesia.

EL ESPÍRITU SANTO,  ANIMADOR DE COMUNIDADES, para conocer mejor al ESPÍRITU Y SU MISIÓN SANTIFICADORA.

EN LA LITURGIA: oraciones, credos y celebraciones de los sacramentos se va manifestando y descubriendo al Espíritu como Persona.

Desgraciadamente, a veces se ha caído en un sacramentalismo ritualista, doctrinario y moralista que ha descuidado el profundo sentido espiritual de los sacramentos. Es muy importante revalorizar el lugar, la acción y la Persona del Espíritu Santo en los Sacramentos. Jesús nos vino a bautizar en "Espíritu Santo y Fuego" (Mt 3,11).

ü  EN EL BAUTISMO, desde que se bendice el agua, se invoca al Espíritu Santo para que los bautizados vivan una vida nueva; y en la fórmula: "...Yo te bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", se reconoce la misma divinidad de las Tres Personas de la Santísima Trinidad.

ü   LA CONFIRMACIÓN es reconocida como el sacramento del Espíritu Santo. Se unge con el aceite consagrado por el Espíritu Santo y la fórmula recalca su acción: "Recibe por esta señal. + El don del Espíritu Santo."

ü  LA EUCARISTÍA, convocada por el Espíritu, está llena de su presencia en todas las oraciones trinitarias: Saludo inicial, gloria, credo, santo, bendición; y en las invocaciones al Espíritu Santo, antes y después de la consagración.

ü   EN LA RECONCILIACIÓN se destaca la acción del Espíritu Santo para perdonar los pecados: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, Dios se los perdonará..." (Jn 20,22-23). El Espíritu nos da la gracia y fortaleza para arrepentirnos y convertirnos.

ü  EN EL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL el Espíritu Santo consagra al sacerdote para realizar su ministerio. Los ritos del óleo, la imposición de manos y las oraciones simbolizan y recuerdan la presencia y acción del Espíritu en este Sacramento.

ü   EN EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO, el Espíritu sella el amor que les ha regalado a la pareja.

ü  EN LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS, el Espíritu de Jesús fortalece y consuela el cuerpo y el espíritu de los afligidos por la enfermedad o la vejez.

ü  EN LA VIDA DE LA IGLESIA, sobre todo en los sermones y escritos de los Padres de La Iglesia:

San Irineo, Hipólito, Orígenes, los santos Atanasio, Basilio, Gregorio y San Agustín, se elabora una teología del Espíritu Santo o "pneumatología".

En el Concilio de Constantinopla se elaboró el Credo y se definió la divinidad del Espíritu Santo: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas."

También en el Vaticano II se revaloriza la persona y la presencia del Espíritu Santo. En los documentos conciliares encontramos 260 citas sobre el Espíritu que se presenta como vivificador de la Iglesia y promotor de los laicos y sus ministerios por sus dones y carismas

EN LA VIDA DE LAS PERSONAS descubrimos la acción sorprendente del Espíritu. Miramos testimonios admirables e inexplicables de personas que sufren pobrezas, enfermedades y otros problemas con profunda fe en Dios y gran paz en su corazón. Escuchamos, explicaciones maravillosas y comentarios acertados a textos bíblicos, de personas sin muchos estudios pero con sabiduría y piedad verdaderas: y descubrimos otras muchas manifestaciones del Espíritu de Dios en personas no religiosas y ni siquiera cristianas, que practican obras de justicia y de misericordia: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber...?" (Mt 25,35s).

El mismo Espíritu de Jesús nos hace exclamar con gozo: "En aquel momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús que dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos." (Lc 10,21).


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