"Cuando venga el Espíritu de la verdad los iluminará para que puedan entender la
verdad completa... por eso les he dicho que todo lo que el Espíritu les dé a conocer, lo recibirá
de mí." (Jn 16,14-15)
El
Espíritu de la Verdad ya ha venido a dar luz a las Comunidades Eclesiales para
descubrir, comprender y aceptar la Palabra de Dios:
El
Misterio de Cristo y el sentido de la vida. El Espíritu Santo anuncia, enseña y
actualiza el Evangelio en nombre de Jesús.
El Espíritu
de Jesús nos dará luz y fortaleza para conocer más, amar más y seguir a
Jesucristo más de cerca. El Espíritu de Pentecostés nos animará a vivir en
Comunidad y a formar y multiplicar las Comunidades Eclesiales. El Espíritu
Paráclito nos consolará, orará en nuestro interior y se nos dará en dones y
frutos personales.
En este
caminar conoceremos más al mismo Espíritu, “El Dios Desconocido”.
"¿Han recibido al Espíritu Santo al aceptar la fe? Ellos respondieron: Ni siquiera hemos oído que exista un Espíritu Santo." (Hch 19,2).
Esa
pregunta de Pablo, ¿cómo la responderán hoy la mayoría de los cristianos y
cristianas?
Muchísimos
con un sí medio vacío de sentido o medio confuso.
El
Espíritu Santo es muy desconocido por muchas razones.
En primer lugar porque es Espíritu, o
sea, ser invisible, intocable, difícil de imaginar, representar y presentar. "El Espíritu es sutil, multiforme,
penetrante, ágil y lo conoce todo..." (Sb 7,22s).
El
Espíritu del Amor actúa desde el interior de Dios en el interior de las
personas.
El
Espíritu de Dios es como el aire, no lo vemos, pero lo descubrimos por sus
efectos: movimiento de las ‘hojas’ de
los árboles, por su frescor o calor.
El
Espíritu de la Verdad es luz que nos ayuda a mirar las bendiciones de Dios, pero
a Él no le vemos. "...el
Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios... hemos recibido el
Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha
otorgado... El ser humano naturalmente no capta las cosas del
Espíritu de Dios..." (1 Co 2,10-14).
El Dios
‘desconocido’ nos hace conocer, sentir internamente, comprender, orar y
contemplar la Vida para interpretar y revelar los tesoros escondidos en
la Palabra de Dios.
El
Espíritu Santo actúa en lo más profundo de nosotros, algo así como nuestro ‘subconsciente
espiritual’, para hacernos sentir el sentido de Dios y de nuestra vida.
En el
primer milenio de la historia de la Iglesia, cuando las Iglesias de Oriente y
Occidente estaban unidas era más reconocida la Persona del Espíritu Santo, más
valorada su presencia y acción en la pastoral, en la teología y en la liturgia.
En el segundo milenio, hasta el Vaticano II, se olvidó y descuidó mucho la
devoción y reflexión sobre el Espíritu Santo, aunque su acción continuó siempre
presente y activa en la Iglesia Latina.
Acertadamente
formuló San Ireneo: "Donde está
la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios. Y allí donde está el
Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda la gracia. Y el Espíritu es la
verdad."
San
Hipólito declaró: "El Espíritu
florece en la Iglesia."
Al Espíritu
Santo, lo consideramos ANIMADOR DE LAS COMUNIDADES, Alma del Cuerpo
de Cristo, vida de la Iglesia.
QUEREMOS CONOCER MÁS AL ESPÍRITU SANTO
Comencemos
presentando al Espíritu Santo mencionando sus apelativos:
PARÁCLITO (Abogado = llamado a estar junto
a uno). CONSOLADOR, Espíritu de VERDAD, Espíritu de la PROMESA,
el Espíritu de la ADOPCIÓN, el
Espíritu DE CRISTO, Espíritu de DIOS, el Espíritu de GLORIA (C.C. 693), el Dios de la PAZ, el Dios de la ESPERANZA, el Dios desconocido.
En la
Biblia encontramos comparaciones simbólicas DEL ESPÍRITU SANTO con el
fuego, el viento, el agua, la paloma (viene y baja una paloma), ancla, escudo, espada. Estos nombres
nos van revelando, dando a conocer, la persona del Espíritu Santo y su
actividad.
Esta
presencia santificadora del Espíritu no nos presenta personalmente al Espíritu
Santo, ni tampoco deja visible su rostro o retrato personal. El ESPÍRITU DE
DIOS deja huellas de su paso por la vida y los rastros de sus obras:
Las
Sagradas Escrituras, la Liturgia y la vida de la Iglesia y del pueblo.
Los
cristianos, sobre todo los Padres de la Iglesia, el Magisterio de la Iglesia y
los teólogos han ido descubriendo, en estas obras, la acción del Espíritu y
reconociendo a su misma Persona.
EL ESPÍRITU SANTO Y SUS OBRAS:
Tres
obras atribuidas al Espíritu de Dios.
En las SAGRADAS ESCRITURAS
es donde, principal y paulatinamente, se va revelando el mismo Espíritu en la CREACIÓN: "Al principio creó Dios el cielo y
la tierra... mientras el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas."
(Gn 1,1).
EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN,
sobre todo en el servicio de los jueces o líderes del pueblo: "El espíritu de Yahvé vino sobre él
y fue juez de Israel..." (Jue 3,10; 13,25); y en los profetas,
hombres con espíritu, que hablan por el Espíritu y lo anuncian: "Yo derramaré mi Espíritu sobre toda la
humanidad..." (Joel 3,1-2).
El Antiguo Testamento manifiesta
la naturaleza divina del Espíritu, pero todavía no revela su persona.
En el Nuevo Testamento se
describe la experiencia cristiana del Espíritu, porque El ungió a Jesús y
Cristo envía su Espíritu para animar a la Iglesia.
EL ESPÍRITU SANTO, ANIMADOR DE COMUNIDADES, para conocer mejor al ESPÍRITU
Y SU MISIÓN SANTIFICADORA.
EN LA LITURGIA: oraciones, credos y
celebraciones de los sacramentos se va manifestando y descubriendo al Espíritu
como Persona.
Desgraciadamente, a veces se ha
caído en un sacramentalismo ritualista, doctrinario y moralista que ha
descuidado el profundo sentido espiritual de los sacramentos. Es muy importante
revalorizar el lugar, la acción y la Persona del Espíritu Santo en los
Sacramentos. Jesús nos vino a bautizar en "Espíritu
Santo y Fuego" (Mt 3,11).
ü EN EL BAUTISMO, desde que se bendice el agua,
se invoca al Espíritu Santo para que los bautizados vivan una vida nueva; y en
la fórmula: "...Yo te bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo", se reconoce la misma divinidad de las Tres Personas de la
Santísima Trinidad.
ü LA CONFIRMACIÓN es reconocida como el
sacramento del Espíritu Santo. Se unge con el aceite consagrado por el Espíritu
Santo y la fórmula recalca su acción: "Recibe por esta señal. + El don del Espíritu Santo."
ü LA EUCARISTÍA, convocada
por el Espíritu, está llena de su presencia en todas las oraciones trinitarias:
Saludo inicial, gloria, credo, santo, bendición; y en las invocaciones al
Espíritu Santo, antes y después de la consagración.
ü EN LA RECONCILIACIÓN se destaca la
acción del Espíritu Santo para perdonar los pecados: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados,
Dios se los perdonará..." (Jn 20,22-23). El Espíritu nos da la
gracia y fortaleza para arrepentirnos y convertirnos.
ü EN EL SACRAMENTO DEL ORDEN
SACERDOTAL el Espíritu Santo consagra al sacerdote para realizar su
ministerio. Los ritos del óleo, la imposición de manos y las oraciones
simbolizan y recuerdan la presencia y acción del Espíritu en este Sacramento.
ü EN EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO, el
Espíritu sella el amor que les ha regalado a la pareja.
ü EN LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS,
el Espíritu de Jesús fortalece y consuela el cuerpo y el espíritu de los
afligidos por la enfermedad o la vejez.
ü EN LA VIDA DE LA IGLESIA,
sobre todo en los sermones y escritos de los Padres de La Iglesia:
San Irineo, Hipólito, Orígenes,
los santos Atanasio, Basilio, Gregorio y San Agustín, se elabora una teología
del Espíritu Santo o "pneumatología".
En el Concilio de Constantinopla
se elaboró el Credo y se definió la divinidad del Espíritu Santo: "Creo en el Espíritu Santo, Señor y
dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas."
También en el Vaticano II se
revaloriza la persona y la presencia del Espíritu Santo. En los documentos
conciliares encontramos 260 citas sobre el Espíritu que se presenta como
vivificador de la Iglesia y promotor de los laicos y sus ministerios por sus
dones y carismas
EN LA VIDA DE LAS PERSONAS
descubrimos la acción sorprendente del Espíritu. Miramos testimonios admirables
e inexplicables de personas que sufren pobrezas, enfermedades y otros problemas
con profunda fe en Dios y gran paz en su corazón. Escuchamos, explicaciones
maravillosas y comentarios acertados a textos bíblicos, de personas sin muchos
estudios pero con sabiduría y piedad verdaderas: y descubrimos otras muchas
manifestaciones del Espíritu de Dios en personas no religiosas y ni siquiera
cristianas, que practican obras de justicia y de misericordia: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te alimentamos; sediento y te dimos de beber...?" (Mt 25,35s).
El mismo Espíritu de Jesús nos
hace exclamar con gozo: "En
aquel momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús que dijo: Yo te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a
los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos."
(Lc 10,21).