VATICANO, 17 Mar. 17 / 08:27 am (ACI).- El Papa Francisco propuso tres
aspectos para ser un buen sacerdote confesor en sus palabras a los
participantes del curso anual sobre el fuero interno promovido por la
Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede.
En el Aula
Pablo VI este viernes 17 de marzo, el Santo Padre comentó que “esto de la
Penitenciaría es el tipo de tribunal que me gusta realmente porque es un
‘tribunal de la misericordia’, al que uno llega para obtener aquella medicina
indispensable para nuestra alma que es la misericordia divina”.
El esfuerzo
para llegar a ser un buen sacerdote confesor, dijo luego, dura toda la vida y propuso 3 aspectos para desempeñar
esta tarea de la mejor forma:
1.- EL
BUEN CONFESOR ES AMIGO DE JESÚS BUEN PASTOR
El Santo Padre
explicó que “sin esta amistad, será muy difícil madurar en aquella paternidad tan
necesaria en el ministerio de la Reconciliación”.
“Ser amigos de Jesús
significa antes que nada cultivar la oración, ya sea una oración personal con
el Señor, pidiendo incesantemente el don de la caridad pastoral, o ya sea una
oración específica por el ejercicio de la tarea de confesores y por los fieles,
hermanos y hermanas que se acercan a nosotros buscando la misericordia de
Dios”.
Francisco resaltó que “un
confesor que reza sabe bien que él es el primer pecador y el primero en ser
perdonado. Entonces la oración es la primera garantía para evitar cualquier
actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no el pecado”.
“En la oración es
necesario implorar el don de un corazón herido, capaz de comprender las heridas
de otros y sanarlas con el aceite de la misericordia, aquel que el buen
samaritano puso en las llagas del desventurado, por el que nadie tuvo piedad”.
En la oración,
resaltó el Santo Padre, es necesario también pedir “el don precioso de la humildad”
e invocar “siempre al Espíritu Santo, que es un espíritu de discernimiento y
compasión”.
El Pontífice
explicó que “el Espíritu permite identificarnos con los sufrimientos de las
hermanas y los hermanos que se acercan al confesionario y acompañarlos con un
discernimiento maduro y prudente, con una verdadera compasión para con sus
sufrimientos, causados por la pobreza del pecado”.
2.- EL
BUEN CONFESOR ES UN HOMBRE DEL ESPÍRITU Y DEL DISCERNIMIENTO
“¡Cuánto mal hace a la Iglesia la falta de discernimiento! Cuánto mal
ocurre en las almas por un actuar que no busca sus propias raíces en la escucha
humilde del Espíritu Santo y de la voluntad de Dios”.
El confesor,
dijo el Papa, “no hace su propia voluntad y no enseña su propia doctrina. Él está
llamado a hacer siempre y solo la voluntad de Dios, en plena comunión con la
Iglesia, de la cual es ministro, es decir siervo”.
“El discernimiento
permite distinguir siempre, para no confundir, y para no hacer nunca ‘de toda
la hierba un manojo’. El discernimiento educa la mirada y el corazón,
permitiendo aquella delicadeza de ánimo tan necesaria ante quien nos abre el
sagrario de su propia consciencia para recibir luz, paz y misericordia”.
Francisco
indicó también que “el discernimiento es necesario también porque, quien se acerca al
confesionario, puede provenir de las más dispares situaciones y podría tener incluso
disturbios espirituales”.
“Allí donde el confesor
se diese cuenta de la presencia de reales y verdaderos disturbios espirituales
–que pueden ser también en gran parte psíquicos, y que deben ser verificados a
través de una sana colaboración con las ciencias humanas– no deberá dudar en
referirse a quienes, en las diócesis, se encargan de este delicado y necesario
ministerio, es decir los exorcistas”.
3.- EL CONFESIONARIO ES UN VERDADERO
LUGAR DE EVANGELIZACIÓN
“No hay, de hecho, evangelización más
auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia”. “Encontrar la
misericordia significa encontrar el verdadero rostro de Dios, así como el Señor
Jesús nos lo ha revelado”.
El Papa
precisó que en el breve diálogo con el penitente que se acerca a la Reconciliación,
el sacerdote confesor debería siempre discernir aquello que “sea
más útil o necesario para el camino espiritual de aquel hermano”.
“El confesor, de hecho,
está llamado cotidianamente a llegar hasta las ‘periferias del mal y del
pecado’, y su obra representa una auténtica prioridad pastoral”.
El Papa
Francisco alentó a los participantes del curso de la Penitenciaría Apostólica a
“que
sean buenos confesores: inmersos en la relación con Cristo, capaces de
discernimiento en el Espíritu Santo y prontos a aprovechar la ocasión para
evangelizar”.
Finalmente el
Santo Padre animó a “perdonar con la Madre, perdonar con la Madre. Porque esta mujer o este
hombre que viene al confesionario tiene una Madre en el Cielo que le abrirá la puerta y le ayudará
al momento de entrar en el cielo. Siempre la Virgen, porque la Virgen nos ayuda
también a nosotros en el ministerio”.