(RV).- (con audio) Juan Pablo II nos acompaña desde el Cielo y nos recuerda la importancia de la unidad de los Pastores en la fe, en la caridad, en la comunión espiritual y pastoral. Y «recen por mí para que pueda ayudar a la Iglesia en lo que el Señor quiere que la ayude», dijo el Papa Francisco al recibir cordialmente a los Obispos de Polonia, al final de su Visita ad limina apostolorum. Agradeció al presidente de la Conferencia Episcopal y a todos ellos por estos días tan hermosos y no leyó el discurso preparado, para esta ocasión, que fue entregado a los prelados, «humildemente», en lugar de leerlo «majestuosamente», como dijo él mismo antes de darles su bendición.
Familia, matrimonio, juventud, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y la cercanía a los pobres, fueron los ámbitos pastorales, que destacó el Obispo de Roma en el denso discurso entregado, que empieza poniendo de relieve que ya se acerca la canonización del Beato Juan Pablo II. El Papa Bergoglio hace hincapié en su luminoso ejemplo, recordando a los prelados polacos que están llamados a construir la comunión y la paz, arraigadas en el amor fraterno y en los caminosdel Señor:
«Nos encontramos, podemos decir, en la víspera de la canonización del Beato Juan Pablo II. Todos tenemos en nuestro corazón a este gran Pastor, que, en todas las etapas de su misión - como sacerdote, obispo y Papa - nos ha dado un luminoso ejemplo de entrega total a Dios y a su Madre, y de total dedicación a la Iglesia y al hombre. Él nos acompaña desde el Cielo y nos recuerda cuán importante es la comunión espiritual y pastoral entre los Obispos. La unidad de los Pastores, en la fe, en la caridad, en la enseñanza y en la preocupación común por el bien de los fieles, es un punto de referencia para toda la comunidad eclesial y para cualquiera que busque una dirección segura en el camino cotidiano por la senda del Señor. ¡Nada ni nadie puede introducir divisiones entre ustedes, queridos hermanos! Están llamados a construir la comunión y la paz enraizadas en el amor fraterno, y a dar a todos un ejemplo alentador. Y, ciertamente, esta actitud será fecunda y brindará a su pueblo fiel la fuerza de la esperanza».
Tras poner de relieve que durante los encuentros mantenidos en estos días ha constatado que la Iglesia en Polonia tiene grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad y de práctica cristiana, el Papa Francisco se refiere a algunos desafíos, «como la idea de una libertad sin límites, la tolerancia hostil o desconfiada hacia la verdad, así como al malhumor hacia la justa oposición de la Iglesia ante el relativismo imperante». En lo que respecta a la pastoral familiar, ante las situaciones de dificultad, divorcio y separaciones, alentando a mejorar la preparación de los jóvenes al matrimonio y poniendo en guardia contra la mentalidad del descarte, la exhortación del Santo Padre es la de impulsar la ayuda, la escucha y el diálogo:
«Hay que preguntarse cómo ayudar a las familias a vivir y apreciar tanto los momentos de alegría como los de dolor y debilidad. Que las comunidades eclesiales sean lugares de escucha, de diálogo, de consuelo y de sostén para los esposos, en su camino conyugal y en su misión educativa. Que ellos encuentren siempre en los Pastores el sostén de auténticos padres y guías espirituales, que los protegen de las amenazas de las ideologías negativas y los ayudan a ser fuertes en Dios y en su amor».
Una vez más, el pensamiento del Papa se dirige a los jóvenes y a los ancianos, que son «la esperanza de la Iglesia», refiriéndose a la JMJ en tierra polaca, dentro de dos años:
«La perspectiva del próximo Encuentro mundial de la juventud, que tendrá lugar en Cracovia en 2016, me hace pensar en los jóvenes, que con los ancianos son la esperanza de la Iglesia. Hoy, un mundo rico de instrumentos informáticos les ofrece nuevas posibilidades de comunicación, pero al mismo tiempo reduce las relaciones interpersonales de contacto directo, de intercambio de valores y de experiencias compartidas. Sin embargo, en los corazones de los jóvenes hay un anhelo de algo más profundo, que valorice plenamente su personalidad. Hay que salir al encuentro de este anhelo. En este sentido, la catequesis ofrece amplias posibilidades. Sé que en Polonia, participa en ella la mayoría de los alumnos en las escuelas, alcanzado un conocimiento existencial de Cristo, una relación personal con Dios que es amor».
Y después de exhortar a que los jóvenes sean alentados en su entusiasmo juvenil, al servicio de la caridad, del voluntariado y de la misión, el Papa se refiere a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, subrayando la importancia de la pastoral vocacional y de la buena preparación en los seminarios, acompañada por la formación humana y espiritual. Para luego dedicar una exhortación especial a la solicitud hacia los necesitados, perseverando en la caridad:
«Concluyo exhortándolos a la solicitud hacia los pobres. También en Polonia, a pesar del actual desarrollo económico del país, hay tantos necesitados, desempleados, personas sin hogar, enfermos, abandonados, así como muchas familias - sobre todo las más numerosas - sin medios suficientes para vivir y educar a sus hijos. ¡Estén a su lado! Sé cuánto hace la Iglesia en Polonia, en este campo, mostrando gran generosidad no sólo en su patria, sino también en otros países de todo el mundo. Les agradezco a ustedes y a sus comunidades por esta obra. Sigan alentando a sus sacerdotes, religiosos, y a todos los fieles a la ‘fantasía de la caridad’ y a practicarla siempre. Y no olviden a los que, por diversas razones salen del país y tratan de construirse una nueva vida en el extranjero. Su creciente número y sus necesidades pueden requerir más atención por parte de la Conferencia Episcopal. Acompáñenlos con un cuidado pastoral adecuado, para que puedan conservar la fe y las tradiciones religiosas del pueblo polaco».
(CdM - RV)
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