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viernes, 8 de mayo de 2015

NOVENAS A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA SÉPTIMO DÍA 10 DE MAYO

“Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios Nuestro. En el Nombre + del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén”.

Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo, pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio…) y decimos:

“Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente  no pecar más – y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén”.

ORACIÓN PREPARATORIA
(para todos los días)
Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza, en mi destierro, en mis sinsabores, te contemplo como arco iris de esperanza, de paz y de protección. Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo en las batallas contra las pasiones, el mundo y el demonio.  Sálvame y salva a todos los pecadores. Así sea.

DÍA SÉPTIMO:

Después de la visión del infierno los videntes tomaron más en serio la vida. Jacinta pensaba en la eterna condenación de los que morían sin confesarse. Francisco se acordaba de Jesús Sacramentado, olvidado, ofendido y muy triste. Lucía añoraba el cielo. Los tres intensificaron oraciones, ayunos y toda clase de mortificaciones. Repiten sin cesar la jaculatoria que la misma Blanca Señora les enseñara:
“Oh, Jesús mío, perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.

COMPROMISO:

Así quiero vivir, pensar y orar yo también.

SÚPLICA FINAL

Oh dulcísima Reina del mundo. Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los Obispos y a los Sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos.
Cura, Oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos, asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio.

Te ruego, en fin, Oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas mis necesidades… (pida cada uno la gracia que desee alcanzar). 

Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo,
y no me desampares en la vida ni en la muerte.  Así sea.

¡Nuestra Señora de Fátima, Salud de los enfermos;
ruega por nosotros!

¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía!


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