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viernes, 8 de mayo de 2015

NOVENAS A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA SEXTO DÍA 9 DE MAYO

“Por la señal + de la Santa Cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios Nuestro. En el Nombre + del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén”.

Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo, pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio…) y decimos:

“Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón por haberos ofendido – Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí – pero mucho más me pesa – porque pecando ofendí a un Dios tan bueno – y tan grande como Vos. – Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente  no pecar más – y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén”.

ORACIÓN PREPARATORIA
(para todos los días)
Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza, en mi destierro, en mis sinsabores, te contemplo como arco iris de esperanza, de paz y de protección. Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros; mi luz en la oscuridad; mi escudo en las batallas contra las pasiones, el mundo y el demonio.  Sálvame y salva a todos los pecadores. Así sea.

DÍA SEXTO:

LA SANTÍSIMA VIRGEN SE LES APARECE POR TERCERA VEZ

Nuestra Señora les dice a los videntes: 

"Es necesario rezar el Rosario para que se termine la guerra.
Con la oración a la Virgen se puede obtener la Paz.
Cuando sufran algo digan:
“Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadore"”

La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:

- “¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores?
Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la Paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la CONSAGRACIÓN DEL MUNDO AL CORAZÓN DE MARÍA Y LA COMUNIÓN DE LOS PRIMEROS SÁBADOS, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la Paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. PERO AL FIN MI INMACULADO CORAZÓN TRIUNFARÁ”.

Y añadió Nuestra Señora:
“Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan:
"Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia"

COMPROMISO:
Me consagro a Ti y me comprometo a la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados. Dame perseverancia.

SÚPLICA FINAL

Oh dulcísima Reina del mundo. Madre de Dios y nuestra, que al aparecerte con rostro dolorido a los tres niños pastorcitos, nos has pedido la fiel observancia de los Mandatos divinos, el rezo cotidiano del Rosario, la reparación y la consagración a su Inmaculado Corazón, a fin de conseguir la ansiada paz mundial; impulsado por el filial anhelo de contemplarte, acudo a prometerte la leal correspondencia a tus deseos, y a implorar que protejas al Papa, a los Obispos y a los Sacerdotes, a los religiosos y demás fieles cristianos. Orienta, bondadosa Reina de la Paz, a los gobernantes, convierte a los pecadores y paganos, consuela a los afligidos y perseguidos.
Cura, Oh Virgen de las fuentes milagrosas, a los enfermos, asiste a los agonizantes y alivia a las almas del Purgatorio.

Te ruego, en fin, Oh Blanca y Peregrina Señora del Rosario, por todas mis necesidades… (pida cada uno la gracia que desee alcanzar). 

Yo, confiado en tu omnipotencia suplicante, me abandono en tus amorosos brazos. Recíbeme, como hijo, en tu maternal regazo,
y no me desampares en la vida ni en la muerte.  Así sea.

¡Nuestra Señora de Fátima, Salud de los enfermos;
ruega por nosotros!

¡Oh dulce Corazón de María, sé la salvación del alma mía!



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