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domingo, 29 de noviembre de 2015

EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN BREVE HISTORIA

¿QUÉ DECLARA EL DOGMA DE FE DE LA  INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA?

La INMACULADA CONCEPCIÓN de MARÍA es el DOGMA DE FE que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción. 

¿QUIÉN Y CUÁNDO SE PROCLAMÓ ÉSTE DOGMA?

Como demostraremos, esta doctrina es de origen apostólico, aunque el dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus.

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

¿QUÉ ES LA CONCEPCIÓN?

LA CONCEPCIÓN: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica  procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

¿A QUÉ SE REFIERE EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN?

Cuando hablamos del DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN no nos referimos a la concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado. El dogma declara que María quedó preservada de toda carencia de gracia santificante desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana. Es decir María es la "llena de gracia" desde su concepción.

¿DÓNDE SE ENCUENTRA DEFINIDO EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN?

La Encíclica "FULGENS CORONA", publicada por el Papa Pío XII en 1953 para conmemorar el centenario de la definición del dogma de la Inmaculada

CONCEPCIÓN, argumenta así:


 «Si en un momento determinado la Santísima Virgen María hubiera quedado privada de la gracia divina, por haber sido contaminada en su concepción por la mancha hereditaria del pecado, entre ella y la serpiente no habría ya -al menos durante ese periodo de tiempo, por más breve que fuera- la enemistad eterna de la que se habla desde la tradición primitiva hasta la solemne definición de la Inmaculada Concepción, sino más bien cierta servidumbre»

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