La Iglesia ha dedicado el mes de mayo a la
Santísima Virgen María, a la dulce Reina
de nuestras vidas, es por eso que comenzando con una simple oración le
regalamos nuestro corazón:
Oh María, oh dulcísima, oh dueña mía!.
Vengo a entregarte lo poco que poseo yo, pues sólo tuyo
soy para que lo pongas en oblación ante el Trono de nuestro Señor. Te doy mi
voluntad, para que no exista más y sea siempre la Voluntad del Padre Celestial.
Cada día del mes de mayo tiene que ser una
flor para María.
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