Oh San Miguel, príncipe glorioso
de las Milicias Celestiales, el Señor está contigo, tú eres bendito entre todos
los angélicos coros, y bendita sea siempre la Santísima Trinidad, que tantos
dones, gracias, favores y privilegios te quiere enriquecer. San Miguel, Protector
de la Iglesia Universal, ruega por nosotros y socórrenos en nuestra miseria.
Libéranos del demonio ahora y en el fin de nuestras vidas, después de la cual
esperamos la liberación de las penas del purgatorio y ser introducidos a la
presencia de Dios. Amén.
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