En este contexto, el Obispo de Roma puso de relieve que «es el Espíritu Santo el que nos mueve a confesar nuestra fe en Jesús, a hablar de Jesús y a confiar en Jesús, que es nuestro camino de la vida, siempre».
Y contando que un hombre humilde - que trabaja en la curia de Buenos Aires desde hace 30 años, padre de ocho hijos - cada vez que tiene que salir para cualquier recado dice siempre «Jesús», el Santo Padre dijo que un día le preguntó, por qué pronunciaba en todo momento ese nombre y la respuesta fue «cuando digo Jesús me siento fuerte, que puedo trabajar, porque siento que Él está a mi lado y me protege».
Fue un testimonio que me hizo mucho bien, porque este hombre, no ha estudiado teología, pero tiene la gracia del Bautismo y la fuerza del Espíritu, afirmó Francisco. Y reiterando que sólo el nombre de Jesús salva, recordó que en este mundo nuestro hay tantos que se presentan como ‘salvadores', y son muchos los que acuden a magos o adivinos para resolver sus problemas.
Alentando a dar testimonio de que sólo Jesús es el Salvador, el Santo Padre, recordó también a María, volviendo a poner de relieve que la Madre de Dios nos lleva a Jesús e, invitando a invocar a la Virgen, hizo hincapié en que Ella hará lo que hizo en las bodas de Caná, exhortándonos a hacer lo que Jesús nos dice.
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