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lunes, 4 de junio de 2012

ADORACIÓN ANTE LA PRESENCIA HERMOSA DE JESÚS SACRAMENTADO


Jesús, aquí me encuentro postrado ante tu presencia,
 adorando, bendiciendo tu Nombre Santo.  
Tú eres el único en quien puedo confiar infinitamente, por esto te traigo mis pobrezas, debilidades, dudas, para que tú me inundes de tu inmenso amor. Mi amigo, aquí fijo mirándote, contemplándote, sin poder decir una palabra, simplemente dejando que tu amor me renueve, que mores en mí, para yo poder llevar tu alegría a los demás.  
Enamórame de ti, necesito de tu humildad, sabiduría, amor, paciencia, para lograr ir en contra de la corriente que me impulsa y me conduce al mal; y de esta manera ser una persona dedicada, esmerada por hacer la diferencia.
Te doy gracias por tantos momentos hermosos, llenos de alegría, y tan gratos de recordar, en este caminar hacia tu Santa y bendita voluntad.
Gracias por permitirme sonreír, amar, caminar junto a mis hermanos, buscando ese sendero resplandeciente que me conduce a Ti. ¿Qué sería de mí si no me hubieras llamado por mi nombre?: no pudiera vivir a tu lado, y servirte  con más esmero en cada despertar.
Gracias por darme este privilegio de poder cantarte, alabarte, saciarme de Ti, en cada instante de mi peregrinar.
Gracias por permitirme tener los oídos atentos a esa voz dulce que me habla en la intimidad y me dice: ¡no temas, yo estoy contigo, y te llevo en la palma de mi mano!
 En realidad, ¿cómo podré pagar todo lo que tú hiciste, haces, y seguirás haciendo por la salvación de la humanidad?, simplemente te ofrezco lo que soy, para que me tomes en tus brazos y hagas lo que quieras.
Gracias por las pruebas, porque ahí es donde muestras tu fuerza y me haces fuerte, para poder aprender de ella y sacarle provecho, porque al cristiano “todo le sirve para bien”.
Ante Ti lo que puedo exclamar es que: Te amo, y que sin ti nada soy, acompáñame y quédate conmigo por siempre.
Gracias por regalarme esta vocación tan sublime que me hace suspirar de alegría. ¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad, moldéame a tu manera, reconozco que no soy digno de esta misión!
Por: Gabriel Alonso Sánchez

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